De la tasa especial por turista a un tope máximo de días al año
Ciudades de todo el mundo ensayan fórmulas de control para el alojamiento
Las diferencias legislativas entre las comunidades autónomas en España se repiten por países en Europa. Así, en cada Estado (o región) de la UE se puede legislar en un sentido diferente del otro. La Unión Europea no tiene competencia en este aspecto y lo único que puede hacer son recomendaciones sobre la actividad.
En esta situación, Airbnb ya negocia y tiene acuerdos con algunos de los principales puntos turísticos de Europa. Entre ellos, en Ámsterdam acordó en 2014 que recaudaría para la ciudad el impuesto turístico. Además, en la capital de los Países Bajos existe un límite de jornadas anuales en el que una vivienda se puede alquilar para uso turístico: 60 días. También tiene como límite el albergar como máximo a cuatro turistas por piso. “La respuesta de las principales ciudades europeas está siendo apoyar el modelo de la economía colaborativa, frente al modelo profesional. Es importante la diferenciación”, argumenta David Córdova, socio director de Vinces.
En el caso de París, la ciudad más visitada del mundo, las normas se han ido modificando con el crecimiento de este fenómeno. En Francia, los pisos no pueden anunciarse si no tienen permiso. Además, tienen que pagar los impuestos correspondientes y la tasa turística, algo parecido a lo que sucede en Ámsterdam.
Otra de las ciudades donde más oferta hay en los portales de alquiler de viviendas para uso turístico es Londres. Los propietarios de las viviendas pueden alquilarlas legalmente, enteras o por habitaciones. Eso sí, no pueden sobrepasar los tres meses al año alquilados, es decir, 90 días.
Los más restrictivos
En principio, en la capital de Alemania está prohibido alquilar pisos por periodos cortos sin conseguir un permiso. En el caso de Berlín —en Internet hay mucha oferta— los vecinos pueden denunciarse entre ellos en caso de que alguien ofrezca su domicilio o parte del mismo a través de portales de alquiler para uso turístico. “Cada país del mundo legisla de una manera, eso es un problema”, denuncia Ramón Estalella, secretario general de la Confederación española de hoteles y alojamientos turísticos.
La dinámica es diferente si se sale del viejo continente. Al otro lado del Atlántico, en Estados Unidos, está uno de los lugares más restrictivos con respecto a los alquileres de viviendas para uso turístico. Por ejemplo, en el estado de Nueva York está prohibido arrendar las viviendas por un periodo inferior a tres meses. La ciudad de Nueva York argumenta en contra de este tipo de actividad que los alquileres de poca duración hacen subir el precio medio de la vivienda de la ciudad, lo que resta capacidad para las personas de clase media y baja de acceder a una vivienda asequible. En esta ciudad y en San Francisco, la cuna de Airbnb, se negocia con esta plataforma un nuevo acuerdo que ponga nuevas reglas para controlar mejor la oferta.
Leyes del sector digital para las viviendas
Las empresas como Airbnb o Homeaway no son inmobiliarias oficialmente. En Europa se consideran plataformas de intercambio de información entre turistas y viviendas en alquiler y están reguladas por la ley de sociedad de la información. Desde diferentes sectores abogan por un cambio. El lobby hotelero pide que se regulen con las leyes de turismo. El conflicto es similar al que se vive en el sector del transporte entre los taxistas y las plataformas Uber y Cabify.
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