El Popular asume una pérdida de credibilidad por no ofrecer mensajes claros al mercado
José Ignacio Sánchez-Asiaín, nuevo consejero delegado, dice que "en unas semanas" comunicarán el capital que necesita el banco tras la "indigestión inmobiliaria"
En su primera intervención pública, José Ignacio Sánchez-Asiaín, consejero delegado desde hace tres días del Banco Popular, no evitó reconocer errores del pasado. En línea con el mensaje del presidente, Emilio Saracho, en la junta de accionistas del pasado 10 de abril, asumió el difícil futuro de la entidad, que dijo estar abierto a todas las posibilidades. El que fuera número dos de Kutxabank, destacó la enorme fortaleza del Popular "como banco líder en pymes", pero admitió que el banco no había dado mensajes "coherentes al mercado".
En su presentación en el XXIV Encuentro del Sector Financiero, organizado por Deloitte, ABC y la Sociedad de Tasación, afirmó: "Recientemente el Popular ha generado poca confianza al mercado, como puede verse por la evolución de la cotización. Eso puede deberse a que ha existido una falta de cuantificación sobre los dos lados de la moneda", en relación con la necesidad de provisiones para cubrir los activos tóxicos inmobiliarios y lo que genera "el banco bueno de las pymes". "La comunicación al mercado no ha distinguido ambas realidades. No hemos sido capaces de explicarnos de forma coherente", concluyó.
Cabe recordar que su antecesor en el puesto, Pedro Larena, llegó a ocultar los resultados del banco consolidado para ofrecer solo los de las divisiones comerciales, ante la sorpresa de los medios y los inversores El banco está asignando los ingresos, gastos y provisiones a cada negocio, una operación que concluyó el pasado 31 de marzo. "Solo desde hace unos días somos capaces de asignar a los dos negocios ingresos, costes y provisiones. En pocas semanas seremos capaces de responder a las dos preguntas del mercado", insistió, en referencia a la cantidad de capital que necesitará el banco para sobrevivir.
El ejecutivo vasco reconoció que el mensaje que ofrecía era más por lo que sabe del Popular desde fuera que desde dentro "porque mi conocimiento todavía es escaso". Explicó que la unidad de gestión del riesgo inmobiliario, puesta en marcha en septiembre, estaba ofreciendo buenos resultados. Se refirió a este problema como la "indigestión inmobiliaria" y admitió que el banco realizó "una fuerte expansión al final ciclo de crecimiento económico y del mercado inmobiliario y todavía no ha terminado de digerir estos activos pese a hacer grandes esfuerzos. Los venderemos porque no queremos ser un banco inmobiliario", afirmó.
Sánchez-Asiaín insistió en que ahora el Popular tiene más capital que al inicio de la crisis, pero explicó que los cambios regulatorios han provocado que no se tenga en cuenta parte de estos recursos propios, lo que les exige buscar más capital de calidad en el mercado. La disyuntiva a la que se enfrenta la entidad, según su número dos, es clara: deben evaluar las necesidades de provisiones y de recursos propios que quieren tener; este cálculo lo compararán con lo que pueden obtener con el negocio tradicional y buscarán "desinversiones de algunos negocios". Con este balance, estudiarán "el acceso al mercado y las operaciones corporativas", que es una forma técnica de decir venderse a un competidor.
Sánchez-Asiaín ofreció con detalle todas las ayudas que habían tenido sus competidores y con las que el Popular no ha contado, si bien tampoco nunca las solicitó por sus principios fundacionales de rechazar la presencia del capital público. Recordó que el banco tiene 4,56 millones de clientes, de los que 880.000 son empresas y autónomos. "La entidad tiene un gran valor para el sistema productivo español porque el 65% de nuestros créditos están concedidos a pymes", comentó. Su cuota de mercado en créditos es del 7,66% y del 5,91% en depósitos, y "con productos de mayor rentabilidad que la competencia" recordó como advirtiendo del alto valor de su franquicia por si alguien está interesado.
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