Dijsselbloem: “La Comisión debe prestar más atención a su credibilidad”
El líder del Eurogrupo reprocha a Bruselas la laxitud hacia España por las elecciones
Las turbulencias económicas han convertido al Eurogrupo, la reunión de ministros de Economía de la zona euro, en uno de los núcleos de poder más relevantes de Bruselas. Su presidente, el ministro holandés Jeroen Dijsselbloem, no oculta su malestar por las últimas decisiones de la Comisión Europea respecto a la disciplina fiscal en España. Dijsselbloem desaprueba el aplazamiento de una posible propuesta de sanción a España por encontrarse en precampaña electoral. “La principal preocupación del Eurogrupo es si el pacto [de estabilidad y crecimiento] se está respetando y si la Comisión es creíble. La Comisión haría bien en prestar un poco más de atención a su credibilidad”, espeta el líder del Eurogrupo al Ejecutivo comunitario, en una entrevista concedida ayer a un grupo de diarios europeos, entre ellos EL PAÍS.
Tras retrasar hace dos semanas cualquier decisión contra España por no haber embridado suficientemente el déficit, la Comisión debe presentar una propuesta a principios de julio. Dijsselbloem la espera con suma atención y apela al Ejecutivo comunitario a que permanezca “indiferente a que haya o no elecciones, a si se trata de un país grande o pequeño”. “Si la Comisión solo es estricta con los países más pequeños y no con los grandes, eso será devastador para la confianza que tenemos en nuestra cooperación”, advierte.
Dijsselbloem no piensa únicamente en España. En círculos europeos aún resuenan las recientes y polémicas palabras del presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, argumentando que Bruselas no puede aplicar a ciegas el pacto de estabilidad a Francia “porque es Francia”. “Eso es muy dañino para la credibilidad de la Comisión; debería haber una división mucho más clara entre una Comisión política y la politización del procedimiento presupuestario”, subraya el jefe del Eurogrupo. Aunque admite que en algunos casos existen “buenas razones para aplicar flexibilidad”, concluye: “Si la Comisión hace hoy la vista gorda hacia un país y mañana hacia otro, al final construiremos una unión monetaria ciega”.
Tregua en Grecia
La batalla entre rigor y flexibilidad fiscal ha dado una tregua, al menos momentáneamente, en lo que concierne a Grecia. Los continuos contactos telefónicos con los ministros del Eurogrupo —especialmente con el alemán, Wolfgang Schäuble— y con el Fondo Monetario Internacional (FMI) concluyeron hace más de una semana en un acuerdo para desembolsar 10.300 millones de euros a Grecia y aliviar su deuda a cambio de las reformas aprobadas en Atenas. “Mi factura telefónica ha sido muy elevada”, bromea Dijsselbloem, cuyas gestiones lograron una mínima conciliación entre la postura alemana y la del FMI. El líder del Eurogrupo se declara “confiado” en que el Fondo, que exigía una reestructuración de deuda para participar en el tercer rescate griego —de momento financiado solo por la Eurozona—, acabe incorporándose al grupo de prestamistas. “Estamos dispuestos a hacer lo que sea necesario, si los griegos lo hacen a su vez, para garantizar que Grecia puede hacer frente al peso de su deuda”, explica en un guiño al organismo que dirige Christine Lagarde.
Superado el enésimo capítulo del drama griego, al socialdemócrata Dijsselbloem le inquieta lo que pueda ocurrir si Reino Unido decide salir de la Unión Europea. Preguntado sobre si la eurozona puede afrontar este nuevo embate al proyecto comunitario, responde: “No estamos completamente preparados para nuevos shocks”. Frente a la aproximación más cauta que han adoptado otros representantes europeos por miedo a movilizar demasiado a los partidarios de abandonar la UE, el ministro holandés defiende sin ambages la permanencia. Y advierte a los británicos de que sus temores respecto al proyecto europeo no son exclusivos. “Vengan a Holanda, es exactamente el mismo debate: ¿Podemos proteger nuestra seguridad social, nuestros mercados, nuestros puestos de trabajo? No creo que ese sea un motivo para abandonar la Unión”.
Dijsselbloem rehúsa aclarar si las instituciones comunitarias están preparando un plan B por si el referéndum británico del 23 de junio se salda con un no a la UE. Pero admite: “Tras cada puerta que abres [en Bruselas] hay personas discutiendo esto: qué va a pasar, qué debería pasar”. La cabeza visible de los ministros de Finanzas del euro apela a la discreción al ser preguntado si él también participa en esas conversaciones.
Un admirador de Tsipras y Renzi
La familia socialdemócrata europea —a la que pertenece Jeroen Dijsselbloem, pese a tener un enfoque económico más liberal que la media— vive horas bajas. El ministro holandés cree saber por qué: “Durante años los gobernantes socialdemócratas han luchado por bajar la edad de jubilación, tener protección social, vacaciones... y hemos elevado nuestro nivel de vida a un punto que no nos podemos permitir más. Es un mensaje difícil, pero me sumo a él. No estoy en política para contar cuentos”, explica el ministro de una coalición que aglutina a liberales y socialdemócratas.
En ese contexto, Dijsselbloem dice observar “con gran admiración a Renzi [primer ministro italiano] y a Tsipras [líder griego], dos políticos de izquierdas que tienen apoyo público y que impulsan reformas”. Aun cuando el gobernante heleno no represente a un partido socialdemócrata, estuvo a punto de acudir, hace unos días, a una reunión de mandatarios de esa familia. “Los griegos han dado a Tsipras un segundo mandato porque es muy buen político”, subraya Dijsselbloem, que elogia su pragmatismo para pactar con el Eurogrupo.
Como representante de un país que también se cuestiona los beneficios de pertenecer al club comunitario, Dijsselbloem dice entender por qué arraiga la eurofobia y desaconseja crear nuevas estructuras europeas: “La gente se vuelve euroescéptica por buenas razones. No hemos cumplido en materia de seguridad ni en resultados económicos. Dar pasos adicionales sería la peor reacción política”.
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