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Más de 1,2 millones de trabajadores llevan cuatro años o más en paro

El colectivo de desempleados de más larga duración no deja de crecer

Los que llevan más tiempo en paro todavía no se benefician de la recuperación económica. Según la encuesta de población activa (EPA), hay 1,2 millones de trabajadores que no han tenido empleo alguno en los últimos cuatro años o más. Desde que ha comenzado la crisis, este colectivo, el que tiene más difícil volver a reengancharse al mercado de trabajo, se ha multiplicado por 12. La situación es especialmente dramática para 180.000 de ellos, ya que viven en hogares que no reciben ningún tipo de ingreso, ni de ellos ni de otros familiares.

El paro tocó su techo histórico al comienzo de 2013, casi 6,3 millones de trabajadores sin empleo. Desde entonces ha caído en más de un millón. Prácticamente todos los colectivos se han beneficiado, menos uno: los trabajadores que llevan cuatro años o más sin una ocupación. 1.201.459 personas, según la última encuesta de población activa, no han tenido un empleo desde, al menos, el comienzo del verano de 2011.

Los hombres, más protegidos

Poco más del 21% de trabajadores que está cuatro años o más sin trabajar cobra algún tipo de ayuda: 261.982 de 1,2 millones. Pero esta media esconde una importante brecha de género. Los parados de muy larga duración están mucho más protegidos que las paradas. Un 28,3% de ellos percibe algún tipo de prestación o subsidio del Ministerio de Empleo; frente al 14,9% de ellas.

En todos los segmentos de edad se aprecia la mayor protección de los hombres. Especialmente entre los más mayores, de 55 a 64 años. La de ellos supera por poco el 60%; en el de ellas, el 28,2%.

La tasa de parados que reciben ayudas de Empleo crece conforme la edad. Entre quienes tienen entre 15 y 24 años la tasa cae al 2,2%, algo lógico puesto que el seguro de desempleo suele estar vinculado a haber trabajado antes. En cambio, entre los más mayores, de 55 a 64 años, el porcentaje aumenta hasta el 45,6% de los desempleados.

Esta evolución dice mucho de cómo es la crisis en España y su duración. También ilustra perfectamente las dificultades que tienen los desempleados cuanto más tiempo pasan así para volver a reengancharse al empleo. Y esto se ve más en la distribución del colectivo de desempleados en diferentes momentos de la crisis. Cuando comenzó la primera recesión, a mitad de 2008, el 77% de quienes no tenían empleo estaban un año o menos en esa situación, sumaban 1,8 millones. Los que se encontraban en el extremo opuesto apenas representaban el 7,3%, 115.229.

Todavía al principio de la segunda recesión, en 2011, y pese a haber sumado 290.000 personas más, el colectivo de trabajadores que llevaban más de cuatro años en paro no llegaba al 6% del total, como consecuencia del mayor incremento de trabajadores que llevaban menos tiempo en el paro.

El paso del tiempo y la falta de oportunidades han cambiado radicalmente la situación. Ahora, en los microdatos de la encuesta de población activa del segundo trimestre de 2015, desagregados por Enrique Negueruela, investigador de la Fundación Primero de Mayo, de CC OO, se aprecia que casi uno de cada cuatro parados (23,4%) lleva cuatro años o más sin trabajar.

Ayudas escasas y al final de la legislatura

El último gran acuerdo que firmó el Gobierno con sindicatos y patronal fue el que daba luz verde a una ayuda específica (426 euros durante seis meses) para todos los parados de larga duración (un año o más sin trabajo) que hubiesen agotado todas las prestaciones. Se rubricó en diciembre de 2014, pero sus múltiples requisitos han limitado sus beneficiarios: los sindicatos contaban con llegar hasta los 450.000, las cifras de Empleo hasta junio no pasaban de 70.000.

El reparto autonómico de fondos para políticas activas de empleo tiene en cuenta desde este año los resultados en mejorar las oportunidades de parados de larga duración. El Gobierno pondrá su granito de arena, pero en el Presupuesto de 2016, condicionado por las elecciones generales: reservará 129 millones a un programa de atención personalizada a parados de larga duración entre 30 y 55 años.

“La probabilidad de entrar en el empleo es más alta para quien está un día parado que para quien está dos. Esto es ley”, explica Florentino Felgueroso, investigador de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea). Tanto Felgueroso como Negueruela apuntan que las cifras infravaloran el problema porque un parado que en este periodo haya trabajado una semana o un mes no está en mejor situación que el que no ha trabajado nada en este tiempo, pero, en cambio, no aparece en la estadística.

La gravedad de esta situación también se aprecia en cifras desagregadas, como las de la edad. Dos tercios de este grupo tienen entre 30 y 54 años, casi 800.000 personas.

“La idea de que volvemos a crecer y así las opciones llegarán a todos no es cierta del todo. No llegan a todos por igual. Los que llevan cuatro años sin trabajo, hasta que no haya un crecimiento muy sostenido no saldrán de esta situación”, apunta Felgueroso, que señala que en la penúltima gran crisis que vivió España, la de los años noventa, el paro de larga duración comenzó a reducirse dos años más tarde que entre el resto de desocupados.

Entre 30 y 54 años de edad

Otro punto que muestra que, pese a la recuperación del mercado laboral, todavía está muy lejos la salida de la crisis es el número de personas que, habiendo estado sin trabajar más de cuatro años, viven en alguno de los 774.500 hogares en los que no entra ningún tipo de ingreso. Son 180.836 personas, de las que la inmensa mayoría, concretamente 135.707, tienen entre 30 y 54 años, personas sobre las que suelen concentrarse las cargas familiares.

Para afrontar la situación, Negueruela propone “políticas de empleo muy potentes y mucha inversión”. Señala que se ha perdido mucho tiempo en los últimos años y que las políticas activas “son inexistentes” y que en ellas se invierte el dinero de forma equivocada. “Se han destruido más de 1,5 millones de puestos de trabajo en la construcción. Hay muchos parados procedentes de este sector y todavía hay cursos para formar a albañiles desde cero. No tiene sentido, se tira el dinero. ¿Cómo puede ser que todavía se hagan talleres de empleo en Ayuntamientos para formar albañiles cuyo verdadero objetivo es arreglar algo del patrimonio local?”, lamenta.

También Felgueroso reclama políticas activas. Propone un abanico amplio de instrumentos para los servicios públicos de empleo que, en su opinión, debe comenzar por tener orientadores profesionales. Los siguientes puntos de la receta son: “un perfilado potente que detecte las características de los parados, su capital humano, sus estudios, luego programas de formación, orientación, empleo público, contratación con ayudas...”.

Entre tanto, como el problema no se solucionará de la noche a la mañana, Negueruela defiende aumentar la protección a los parados con más subsidios. “Solo uno de cada cinco parados que no ha trabajado en los últimos cuatro años recibe alguna ayuda. Ahí es donde están las bolsas de pobreza”, analiza.

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Sobre la firma

Manuel V. Gómez
Es corresponsal en Bruselas. Ha desarrollado casi toda su carrera en la sección de Economía de EL PAÍS, donde se ha encargado entre 2008 y 2021 de seguir el mercado laboral español, el sistema de pensiones y el diálogo social. Licenciado en Historia por la Universitat de València, en 2006 cursó el master de periodismo UAM/EL PAÍS.

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