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El Midas cubano cabalga de nuevo

Leopoldo Fernández Pujals acaba de embolsarse 482 millones con la venta de Jazztel, repitiendo el éxito de hace 15 años con Telepizza

Miguel Ángel Noceda
Leopoldo Fernández Pujals, en 2010.
Leopoldo Fernández Pujals, en 2010.Samuel Sánchez

"Si te paras, te pilla la sombra”. Es una de las frases preferidas de Leopoldo Fernández Pujals, que, con variantes adaptadas a cada circunstancia, la emplea en sus negocios y en la vida. Algo así ha debido ocurrir en los dos pelotazos que ha dado en su carrera empresarial española. El primero fue en Telepizza, en la que había invertido 370.000 euros y que vendió en 1999 por 300 millones. El siguiente, lo acaba de dar 15 años después con la venta de Jazztel a la multinacional francesa Orange, en la que se ha llevado unos 482 millones de euros por el 14,5% que mantenía en la compañía, lo que le ha supuesto unas plusvalías de más de 400 millones. El rey Midas cubano, al igual que hizo con la masa de la pizza, ha convertido en oro la fibra óptica.

Posiblemente, este ciudadano hispano-estadounidense, al que le gusta que le llamen Leo, volverá a meterse en alguna nueva aventura, porque va con su carácter. Aunque con 67 años bien podría dedicarse a la cría de caballos y halcones, que es su pasión, o retirarse a su casa de Bahamas para disfrutar de la vida con su segunda mujer, una española con la que tiene tres hijos (tiene dos mayores de un matrimonio anterior), y completar sus memorias. En la antigua colonia británica tiene fijada la residencia oficial, cerca de su Cuba natal y desde allí da frecuentes saltos a la también próxima Miami y a Madrid, donde mantiene una casa tras vender la que tenía en la selecta urbanización de La Moraleja.

Es “atípico y audaz, con mucha visión estratégica y muy echado para adelante”, según le define un antiguo colaborador. “Tiene un perfil de riesgo alto, aunque es reflexivo y pausado, nada estridente. No da voces; antes bien al contrario, es un encantador de serpientes que sabe embaucar”, continúa.

Otra fuente consultada le perfila “como un jugador de ventaja que no da puntada sin hilo y que tiene un sentido muy laxo de la moralidad, que no se desenvuelve bien con las reglas del mercado”. Quizá eso explique que fuera investigado por el regulador bursátil en la operación de Telepizza y que lo esté siendo ahora por la de Jazztel por posible manipulación para subir el precio de la opa. Como responsable de Jazztel tuvo al principio más de un encontronazo con los competidores, principalmente con Telefónica, por prácticas competitivas. Los tiempos cambiaron y, por suerte para el emprendedor cubano, la empresa se convirtió en una perita en dulce que se ha comido Orange.

Vive en Bahamas, tiene casa en Miami y Madrid y se dedica a la cría de caballos de raza española y de halcones

Pujals nació el 12 de marzo de 1947 en La Habana, en el seno de una familia de ascendentes asturianos, catalanes, andaluces y canarios, por el orden de sus apellidos. Su padre era notario y su madre, arquitecta. La familia tenía una gran finca en la isla y pertenecía a la alta sociedad habanera. Con la revolución castrista, en 1959, perdieron las propiedades. Un año después se exiliaron en Miami huyendo de los barbudos.

Ese episodio marcó a Pujals para toda su vida. Entonces tenía 13 años. Era lo suficientemente mayor para no olvidar la vida en aquella Cuba del dictador Batista y lo suficientemente joven para hacerse ciudadano estadounidense. En 1968, con 21 años, entró en los marines con el número uno de su promoción, y se fue a pelear por su patria adoptiva a Vietnam, de donde regresó como capitán y una medalla.

Luego, este oficial y caballero de origen cubano, que de pequeño quería ser ingeniero agrónomo y explotar la finca familiar en Cuba, terminó los estudios de finanzas y no tuvo problemas para incorporarse a la multinacional Procter & Gamble y, poco después, a su competidora Johnson & Johnson. Con esta firma aterrizó en España en 1981.

Seis años después, y quizá por los nuevos aires que recibió en la tierra de sus antepasados, Pujals descubrió que a los españoles también les gustaba la pizza. Vio una oportunidad y dio con el filón. Con su hermano Eduardo abrió en1988 una pizzería a la que bautizó como Pizzaphone y en la que, en periodo de pruebas, él mismo amasaba la pasta. En la masa estaba el secreto, y por eso lo llevó como lema en los anuncios de la nueva cadena, a la que cambio el nombre por el de Telepizza.

“Es reflexivo y pausado, nada estridente. No da voces, es un encantador de serpientes”, dice un antiguo colaborador

Con Telepizza, que nació con un capital de 62 millones de pesetas (unos 370.000 euros), inició una carrera meteórica hasta convertirla en la principal cadena del sector de España, llegando a copar el 62% de cuota de mercado tras adquirir Pizza World, una empresa de transportes y su proveedor de quesos. En 1996, después de romper con su hermano tras una sonada bronca, las acciones de la firma de pizzas comenzaron a cotizar en la Bolsa española.

Y se hizo rico. En 1999, en plena ebullición del negocio, vendió el 30% que tenía en la empresa a los hermanos Ballvé (Pedro y Fernando, propietarios de Campofrío) y a los Olcese (Aldo y José Carlos), así como a accionistas institucionales, por casi 50.000 millones de pesetas (300 millones de euros al cambio).

Con parte del dinero de esa venta (61,8 millones de euros) Pujals saltó de la comida rápida a las telecomunicaciones sin apenas tener idea de lo que era el ADSL. Se hizo con el 24,9% de Jazztel, operadora de banda ancha creada en 1997 por el argentino Martín Varsavsky, otro visionario de los negocios. También destinó parte de las ganancias a la yeguada que había creado en 1995 con el nombre de Centurión (su tercer apellido) y para la que compró una finca de 1.000 hectáreas entre las localidades segovianas de Monterrubio y San Pedro de las Dueñas, a 100 kilómetros de Madrid, con monasterio incorporado. Allí cuenta con la mayor cuadra de caballos de pura raza española, unas 650 cabezas. Pujals controla Centurión a través de la firma Symbols, radicada en Luxemburgo, en la que aparece como administrador, según informaciones de prensa.

Los caballos son su verdadera pasión y por lo que quiere que se le recuerde. Posteriormente también montó un centro de cría de halcones, ante la demanda de estas rapaces para combatir algunas plagas de animales que son azotes medioambientales. Más recientemente, fundó una nueva cadena de pizzas llamada La Original, con dos antiguos socios de la inicial Telepizza, Pedro Español y Miguel Ángel Rodríguez, pero que no deja de ser un negocio familiar con unos pocos locales.

No se le conocen, sin embargo, amigos íntimos en España, más allá del abogado José Ortiz, que ha sido el secretario del consejo de Telepizza y de Jazztel y con quien ha diseñado sus operaciones. En Madrid nunca frecuenta actos públicos ni se le conocen relaciones con la jet set. Tampoco se ha significado políticamente en la vida española. Es, eso sí, un reconocido anticastrista y presta apoyo financiero a grupos del exilio.

Para Cuba guarda todos sus esfuerzos. El país ocupa gran parte de los pensamientos y de las obsesiones de este hombre que no ha vuelto a pisar la isla desde que salió con su familia. Para él, que todavía mantiene el acento caribeño, “Cuba es un anhelo”.

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Sobre la firma

Miguel Ángel Noceda
Corresponsal económico de EL PAÍS, en el que cumple ya 32 años y fue redactor-jefe de Economía durante 13. Es autor de los libros Radiografía del Empresariado Español y La Economía de la Democracia, este junto a los exministros Solchaga, Solbes y De Guindos. Recibió el premio de Periodismo Económico de la Asociación de Periodistas Europeos.

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