Londres frena la ofensiva exterior de Argentina sobre Malvinas
Reino Unido ha conseguido que Uruguay, Brasil y Chile se comprometieran a recibir en sus puertos barcos con su bandera o la de otras nacionalidades que vayan o vengan de las islas Malvinas, según informó ayer el ministro de Asuntos Exteriores británico, William Hague. Rompió así el bloque que promovía Argentina, país que reclama la soberanía de las islas.
En noviembre pasado, el Gobierno de Cristina Fernández había conseguido un inusual compromiso unánime de los otros 11 países integrantes de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) para impedir que amarrasen en sus puertos embarcaciones con bandera de Malvinas. En diciembre, el presidente de Uruguay, José Mujica, anunció que comenzaba a regir esa medida. Argentina también logró que Brasil y Paraguay se sumaran a esta postura. El Foreign Office reaccionó de inmediato con un comunicado en el que advertía contra el bloqueo económico a los 3.140 habitantes de las Malvinas. El 61,3% de los pobladores son nativos; el 29%, de Reino Unido, el 6,5%, chilenos y el 2,6%, españoles que en general se dedican a la pesca.
Hague informó ayer al Parlamento británico de que Uruguay, Brasil y Chile finalmente aceptarán que barcos malvinenses recalen en sus costas siempre y cuando enarbolen la insignia británica o la de otra nacionalidad. El ministro aprovechó para advertir a Argentina y Paraguay (país por el que no suelen pasar buques de las Malvinas dado que carece de puertos que den al océano) de que su decisión no es "conforme" con los principios de Naciones Unidas. "Pedimos a los países latinoamericanos que no sean cómplices de Argentina", señaló.
A Reino Unido tampoco le satisface del todo la posición de los Gobierno de Mujica, Dilma Rousseff y Sebastián Piñera, pero se conforma con que después de "discusiones productivas y honestas" hayan flexibilizado su actitud. "Aunque no aceptamos que la decisión de denegar la entrada a buques que enarbolen la bandera de las Malvinas tiene base en el derecho internacional, nuestra prioridad ha sido asegurar que los vínculos comerciales entre las Malvinas y América del Sur no se vean comprometidos por esta declaración política (las de Unasur y Mercosur)", dijo Hague, que espera que los demás países sudamericanos "reconozcan que las diferencias de opinión sobre la soberanía británica sobre las Falkland no pueden justificar la colusión de esfuerzos para intimidar a una población civil inocente mediante la presión económica". De todos modos, con el acuerdo con Chile, Uruguay y Brasil, el Gobierno de David Cameron ya se asegura que los países más cercanos a Malvinas vuelvan a abrir sus puertas.
El conservador Cameron ratificó a finales de 2011 que su país no negociará "nunca" con Argentina la soberanía de unas islas por las que se libró una corta pero sangrienta guerra hace casi 30 años. Reino Unido, incluso bajo anteriores Gobiernos laboristas, reivindica la autodeterminación de los isleños.
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