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Columna
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Feliz PSOE nuevo

Arenas lo tiene relativamente sencillo: solo hace falta que coloque al PSOE en un pilón, golpee con el martillo de los ERE y remache con el del paro. No hay partido que resista tortura semejante.

Así de sencillo parece el triunfo del popular en las próximas elecciones andaluzas. A no ser que los socialistas hagan algo, pronto y bien. ¿Pero qué?

El peso de 1,2 millones de parados es insoportable. La existencia de 400.000 familias andaluzas con todos sus miembros sin empleo, dramática. El escándalo de los ERE, demoledor.

¿Cómo contrarrestar esa realidad? Con otra: el esfuerzo que el Gobierno de José Griñán hace para combatir el desempleo es también digno de consideración. Este problema, con ser en Andalucía más grave que en el resto del país, no tiene un único responsable, en este caso el Ejecutivo regional. La crisis es global y golpea más duro en las economías del sur.

Para combatirlo, la Junta ha invertido 14.000 millones (el 8% del PIB) en estímulos a la economía en los años de crisis. Ha salvado 140.000 puestos de trabajo. Más de 30.000 empresas han recibido sus ayudas. Son cifras que muchos ignoran y que recordó Griñán en la sesión de control al Gobierno del Parlamento el pasado día 15.

Primer error: no vender adecuadamente las cosas bien hechas. Las malas, ya las airean los populares y el considerable aparato mediático que los jalea.

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Más noticias positivas: Andalucía es la única comunidad que aumenta su Presupuesto, porque en tiempos de bonanza supo ahorrar; se sube el gasto en políticas sociales y educativas, y se mantiene la sanitaria, mientras los populares las desmantelan... Los funcionarios andaluces soliviantados por las reformas de acá, observan ahora cómo en Castilla-La Mancha les recortan su salario un 3%.

El otro gran frente abierto por los socialistas en su lucha por volver a ganarse al electorado lo tienen en su interior. A tres meses escasos de las elecciones, y a uno del 38º congreso federal del partido, las navajas han vuelto a relucir. Se perfilan bandos opuestos y se libran las primeras escaramuzas.

La diversidad es un buen punto de partida para revitalizar (¿refundar?) un partido centenario. Pero deja de serlo si produce daños irreversibles, si la sangre llega al río.

Por el momento, se perfilan dos bandos, a la vista de los escritos aparecidos en los últimos días: los que apoyarían a Pérez Rubalcaba y los que están con Carme Chacón. El error ha sido considerar ambos grupos (mejor: los textos hechos públicos por ambos) como contrapuestos. El manifiesto Mucho PSOE por hacer contiene elementos que comparten muchos progresistas. Otra cosa es si quienes estuvieron en primera fila junto al expresidente Rodríguez Zapatero, y callaron entonces, debían estar en la primera oleada de firmas que suscriben ese texto.

Pero tampoco se debe demonizar a quienes lo apoyan. En ese escrito se reivindica, por ejemplo, una mejor redistribución fiscal, una política económica progresista que mantenga a raya a los especuladores, una lucha sin cuartel contra el fraude fiscal... ¿Quién entre la izquierda no apoyaría un programa con esos ingredientes? Lo malo es que, los que pudieron, no aplicaron esos sanos principios cuando gobernaban.

Pero a lo hecho, pecho. Por ello, también es reconfortante ver que un grupo de ex altos cargos, en vez de hacer leña del árbol caído, -¡qué costumbre tan ibérica!- reivindican sus años junto a Zapatero, con sus errores y sus aciertos.

Los textos son complementarios. Las ideas que recogen, de puro sentido común: vuelta a las esencias socialdemócratas, tan olvidadas y vapuleadas por una Europa cada vez más conservadora.

Ofrezcan un proyecto creíble, realmente de izquierda, vuelvan a enfundar las navajas y los votos volverán a su cauce. Solo así podrán tener un feliz PSOE nuevo.

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