Dos corazones acelerados
Sterbik, que se perderá el Europeo de balonmano, y Kallman, se operarán de arritmia
Para dar una idea de lo rutinaria que es la operación cardiaca a la que en enero se someterán sus jugadores Sterbik y Kallman, el médico del Atlético de Madrid de balonmano recuerda que aunque suene a extraña la casualidad, no deja de ser algo habitual. "Por ejemplo, en el Barça, en todas sus secciones, se hacen anualmente un par de ellas", dice Luis González Lago. También podía haber añadido que uno como Cristiano Ronaldo fue operado de lo mismo cuando tenía 15 años, lo que no le ha impedido convertirse no solo en uno de los mejores jugadores del mundo, sino en un ejemplo por su gran capacidad física.
El mal del que serán operados ambos jugadores, y que privará a la selección española de contar con el guardameta Sterbik en el Europeo de Serbia (será sustituido por Sierra, del Cuatro Rayas) es una arritmia que les provoca de vez en cuando molestas y espectaculares taquicardias supraventriculares que les pueden poner el corazón a 250 pulsaciones por minuto durante un tiempo. "Pero esta dolencia no es para nada incompatible con la práctica deportiva", dice González Lago. "Ni tampoco ningún problema para la salud".
La operación tampoco entraña apenas riesgos. Se introduce un catéter por la ingle y, llegado al corazón mediante radiofrecuencia, anula por ablación la vía accesoria causante del desorden de los latidos y del susto de los que lo padecen.
A ambos jugadores del Atlético se les detectó la arritmia con un electro durante los reconocimientos médicos del club antes de comenzar la Liga. "Y después, durante la Liga, les hemos tenido muy estudiados y controlados: ecos, resonancias, holter...", dice González Lago. "Se operarán aprovechando el parón liguero y lo hacemos para que estén más tranquilos los jugadores y también para mejorar su rendimiento físico". Su tiempo de recuperación tras la operación se estima en tres-cuatro semanas.
El médico de otro club con varias secciones, especialista en medicina deportiva y en cardiología, estima que todos los años algún chaval de la cantera debe ser operado de la misma dolencia, habitualmente del síndrome conocido como Wolff-Parkinson-White. "Se hace a los chavales jóvenes evidentemente porque se les suele detectar con el primer reconocimiento médico serio que pasan", dice este especialista. "Se ha convertido en un procedimiento de rutina, tanto que apenas hay deportistas con Wolff-Parkinson-White, pues casi todos están operados. Si sufren muchas taquicardias, aparte del susto pueden ver limitado su rendimiento, sobre todo porque son muy molestas las crisis, y si las aurículas laten muy deprisa no es eficaz el vaciado sistólico y requieren más esfuerzo al corazón para el mismo ejercicio físico que otros compañeros que lo sufren".
Antes que entre futbolistas o jugadores de balonmano, fue entre los ciclistas donde comenzaron a hacerse las ablaciones de las vías accesorias que distorsionaban la señal eléctrica que regula los latidos del corazón. Algunos, como el aragonés David Cañada o el australiano Stuart O'Grady asustaban al pelotón durante el Tour o la Vuelta enseñando a sus compañeros el pulsómetro que registraba cómo se les ponía loco el corazón sin causa aparente durante las etapas.
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