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WEIBO | BREAKINGVIEWS. REUTERS

Llega el castigo

Sina Weibo ha sido el hijo más rebelde de China en 2011. La red social parecida a Twitter, con 250 millones de usuarios y creciendo, ha resultado ser una espina que el partido gobernante tiene clavada y ha generado al menos una gran protesta. El consiguiente castigo llega con los planes por parte del Gobierno municipal de Pekín de obligar a los microblogueros a usar sus nombres reales. Es probable que otras ciudades sigan su ejemplo. Es de esperar que 2012 sea el año en que hagan entrar en vereda a Weibo.

Weibo, creada hace dos años, se parece a su prima estadounidense Twitter, excepto en que soporta imágenes, vídeos y mucha censura. Las búsquedas referidas al artista disidente Ai Weiwei, o al primer ministro Wen Yiabao, no muestran resultados. La vigilancia cercena el tráfico. Pero las noticias y las opiniones se propagan deprisa, ayudadas por el relativo anonimato de los usuarios.

Las redes sociales no provocan protestas, pero las hacen más visibles. El asedio continuo por parte de unos aldeanos iracundos en la ciudad de Wukan fue transmitido por Weibo. En 2012 puede que haya más por lo que protestar, desde el aumento de los precios hasta la burbuja inmobiliaria, que es probable que estalle pronto. Con el nombramiento de un nuevo primer ministro y presidente en 2012, se llamará al orden a cualquier precio.

Hay dos formas posibles de domar a Weibo. Primera, el Estado puede bloquear el contenido y crear distracciones. Puede emprender supuestas campañas contra rumores "similares a la droga" que envenenan la sociedad y encerrar a los "propagadores de rumores". Un pintoresco renacimiento de estas prácticas lo constituye la vuelta de China a la propaganda a la antigua usanza (incluidas las canciones a coro multitudinarias). No resulta sorprendente que las cuentas del Gobierno en Weibo se triplicasen en 2011.

La segunda herramienta de domesticación es el beneficio. Weibo podría ser una mina de oro para su propietaria, Sina Corp, que cotiza en el Nasdaq, si respeta las normas. Piensen en la valoración de 80.000 millones de dólares de Facebook que se ha propuesto, equivalente a 100 dólares por usuario. Ajústenlo según la renta per capita real, y un usuario de Weibo podría valer 16 dólares. Eso supone ya una valoración de 4.000 millones de dólares, más que la capitalización bursátil de Sina. Añadan un recargo por más usuarios y más ricos, y podría ser el doble de eso.

El peligro es el aburrimiento. Una censura demasiado estricta, además de ser autoritaria, hace que Weibo y otras como ella resulten menos apasionantes. Los usuarios podrían dejar de usarla. Pero mientras el Estado siga al mando, la competencia estará igual de atada de pies y manos (y en China, el que a uno le den un trato especial suele rentar más que el ser innovador). Incluso si Weibo pierde su brillo, no debería perder su atractivo económico. -

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