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Crítica:TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Nuria puede con todo

Hacía muchos años que este crítico no había observado un silencio tan estremecido a lo largo de una representación ni una salva de aplausos de tal envergadura, a sala llena y con todo el mundo en pie, una vez finalizado. Una auténtica granizada de entusiasmo, de Nuria, del público. Eso lo dice todo. O casi. El resto es agradecimiento.

Agradecimiento a Nuria Espert por atreverse con este poema dramático de un primerizo Shakespeare que ya rumiaba los grandes temas y las espléndidas metáforas que habrían de convertirlo en lo que felizmente llegó a ser, para nuestra dicha. Y Nuria hace de todo, sí. De la víctima Lucrecia y de su esposo Colatino y de su violador Tarquino, además de convertirse también en Lucio Bruto y en la doncella que porta una misiva, y en el narrador de la tragedia. Sola sobre el escenario, buscando el registro exacto para cada uno de los personajes, muy sutilmente apoyada por una escenografía y un vestuario (en otras manos anodino) que va marcando la identidad de cada personaje (y aquí es preciso mencionar el espacio sonoro diseñado por Sandra Vicente, estremecedor en el acto que origina la tragedia, lo mismo que la iluminación de Juanjo Llorens, que en ocasiones ilumina muy precisamente, como convocándolo, el tránsito entre personajes), abrumadoramente atenta a los matices del texto, observando una fidelidad exasperada a la desesperación que lo sustenta y una penetración infrecuente para clarificar las severas reflexiones que suscita.

LA VIOLACIÓN DE LUCRECIA

De William Shakespeare, en versión de José Luis Rivas y escenografía de Ikerne Jiménez. Con Nuria Espert. Dirección, Miguel del Arco. Teatro Rialto. Valencia.

Algunos -pocos- acentos aniñados, que no se sabe si se le escapan a la Espert o constituyen ya una marca de la casa, no bastan para enturbiar un registro extraordinario, aunque preciso es mencionar la importancia que Nuria otorga a su amplio y contenido a la vez juego de manos, utilizado durante toda la obra, que añade una complejidad inaudita al carácter terrible de lo que dice al tiempo que vincula el momento (como en ocasiones también la iluminación) a algunas características del teatro japonés. Pero esta cuestión merecería por sí sola una página. Un regalo que no nos hará más felices pero acaso sí más sabios. Y lo dicho: atención a esas manos, musicales o crispadas, de las que puede decirse que crean el texto que la voz proclama.

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