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Mar de fondo en el PSOE

La crisis en la agrupación local del PSOE de Jaén enfrenta a Zarrías con la 'número dos' del Gobierno - El congreso federal y las listas, próximos episodios

Lourdes Lucio

"Como una bolita de mercurio". Esta es la definición que la exconsejera Magdalena Álvarez dio de Gaspar Zarrías, número dos del Gobierno andaluz de Manuel Chaves durante 13 años y líder del PSOE de Jaén. Zarrías, que ha cultivado en los dos años que lleva como secretario de Estado de Política Territorial el ser un exiliado andaluz en Madrid, alejado de lo que se cuece en la política regional, vuelve a emerger ahora con fuerza en uno de los procesos más complicados y difíciles para el PSOE de Andalucía.

Los suyos le atribuyen la foto de familia de hace justo una semana cuando la ejecutiva regional, los secretarios provinciales y los seis representantes andaluces en la dirección federal, entre ellos Manuel Chaves y Zarrías, posaron para la posteridad para lanzar el mensaje de todos juntos de la mano caminito detrás del secretario general andaluz, José Antonio Griñán. La imagen es el resultado del pacto de no agresión y respeto mutuo al que llegaron tras la derrota del 20-N (la segunda en seis meses) los secretarios provinciales con Griñán, del tipo tú no me metes el dedo en el ojo a mí y yo no te lo meto a ti. Horas después de esa reunión, el secretario general de Jaén, Francisco Reyes, activó la petición de una gestora en la agrupación municipal de la capital, liderada por la exalcaldesa Carmen Peñalver. La disolución estaba cantada desde el mismo momento en que dimitió la mitad más uno de la ejecutiva en el mes de agosto, aunque se pospuso por la convocatoria electoral. El margen de maniobra del regional para abortar esta operación era nulo.

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El precio de la unidad regional era la gestora municipal, pero esta jugada no tenía como objetivo la cabeza de Peñalver -esta ya le había comunicado a Reyes, tras perder en las municipales, que dimitiría de portavoz y secretaria municipal en el congreso ordinario- sino la de su principal sostén, Mar Moreno.

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La consejera de la Presidencia nunca ha sido de la cuerda de Zarrías, aunque hayan podido coincidir juntos en el escenario en algunas ocasiones. Moreno es muy autónoma y esa independencia le crea problemas, porque algunos interpretan que va a lo suyo y juega a lo suyo. Los ha tenido con su jefe, Griñán, cuando empezó la polémica de los ERE. Al principio, el presidente andaluz no se sintió lo suficientemente defendido por la también portavoz del Gobierno, por lo que pidió entonces a la responsable de Hacienda, Carmen Martínez Aguayo, que convocara a los periodistas para decir, en un acto de inmolación, que ella como viceconsejera nunca le informó de las advertencias de la Intervención General en contra del procedimiento administrativo para conceder las ayudas cuando era consejero de Economía. Ese episodio no desembocó en divorcio, pero sí en una separación temporal de Griñán y Moreno, ya superada, aunque hay gente interesada en poner el foco en el distanciamiento entre el presidente y Mar Moreno. Esta última tiene también la rara habilidad de situarse o dejar que la sitúen en mitad de las vías del tren en hora punta. Por supuesto, acaban atropellándola. De eso y de su valía da idea el que en cuatro años haya sido presidenta del Parlamento, consejera de Obras Públicas, secretaría federal de Política Autonómica, consejera de Educación y consejera de la Presidencia.

Para Zarrías, que ha sacado su escaño en el Congreso pero que dentro de poco dejará de ser secretario de Estado, Moreno es un estorbo. Primero, con vistas al congreso federal. El jiennense no se ha dado por aludido cuando el entorno de Griñán ha pedido que él y Chaves den un paso atrás en sus aspiraciones de seguir en la ejecutiva federal. Zarrías tiene 56 años, cuerda para rato y quiere seguir ejerciendo su influencia. Si, como parece, Alfredo Pérez Rubalcaba y Carme Chacón rivalizan por la secretaría general, Zarrías y Moreno estarán presumiblemente en bandos distintos y la intención del primero es continuar en el puente de mando de Ferraz.

Después están las elecciones andaluzas o, mejor dicho, el día siguiente de las elecciones de marzo. Si Griñán gana o logra formar gobierno son muchos los socialistas que opinan que pondrá en marcha casi enseguida su relevo en el PSOE. Él sabe que es un dirigente de transición y si las cosas le salen bien en las elecciones habrá ganado un liderazgo del que ahora carece. En caso de pasar a la oposición, el relevo será inmediato. En los dos escenarios, habrá que mirar a los miembros del grupo parlamentario. Y las listas electorales se hacen en las provincias. Mar Moreno encabezó la de Jaén en las dos últimas elecciones. "No sé si la van a apoyar", dice una persona del entorno de Zarrías. Además de Moreno hay otros dos consejeros por colocar: Micaela Navarro, del círculo de Zarrías, y Antonio Ávila, un hombre de Griñán. También está el exconsejero Francisco Vallejo, cuya salida del Gobierno provocó una enorme bronca de Zarrías con Griñán; y Rosa Ríos, pareja del portavoz parlamentario. A la duda planteada mas arriba sobre el apoyo a Moreno, desde la ejecutiva regional responden con una pregunta: "¿Cómo no va a ir la consejera de la Presidencia en las listas?".

Griñán respaldó de manera clara a Moreno el pasado miércoles después de que esta arremetiese en la rueda de prensa del Consejo de Gobierno contra la actuación de la dirección del PSOE de Jaén. Pero Griñán tiene habituales cambios de opinión y eso también lo saben los que lo conocen y trabajan con él. Hace ahora casi un año, Griñán convocó para otra foto de cierre de filas en San Vicente a lo más granado del Gobierno central (Rubalcaba y Chaves), del Gobierno andaluz (Luis Pizarro y Mar Moreno) y de la ejecutiva (Susana Díaz y Mario Jiménez), con la que quiso trasladar un mensaje de unidad y de la que se dejó fuera con toda la intención a Zarrías. Ahora la bolita de mercurio ha vuelto en un PSOE con mar de fondo.

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