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Reportaje:GALLEGOS EN LA ESCALERA | Retratos de Xurxo Lobato

Antón Lamazares, el mundo con ojos de Lalín

Conozco a Antón Lamazares desde niño. Nacimos, en mitad de la década de los cincuenta, en dos parroquias de Lalín a tiro de piedra una de la otra: él en Maceira y yo en Xaxán. Como niños de aldea e hijos de un tiempo más precario que el actual, recibimos una educación religiosa en el convento franciscano de Herbón (Padrón) y en el Seminario de Lugo, respectivamente. Con la llegada de la democracia, empezamos a soñar y a despertar a la vida y al destino. Él se dedicó a imaginar, y a reflejar, mundos, formas, colores. Y yo a intentar hacer un poco mejor nuestro solar patrio, Lalín, el que nos unió en una amistad y en una complicidad que ya fue para siempre.

Lamazares es el pintor gallego vivo con más renombre internacional. Su obra está en los principales museos del mundo. Representa, como pocos, esa Galicia que se quiere culta y universal, propia pero abierta a todos los vientos y a todas las influencias. Siempre vivió en Lalín pero residió en varias ciudades del mundo. Va por la vida a caballo entre su maternal Maceira, donde se llena de energía en su periódica visita mensual, y París, Nueva York, Madrid y Berlín, ciudad en la que reside desde 2004.

El estilo es el hombre. Y su pintura es Lamazares. Un ser entrañablemente humano que posee un "sementador", en constante proceso de innovación y de reinvención que lo mantiene siempre vivo, siempre dinámico, siempre joven.

Los críticos dicen de él que es un artista que pinta poemas. Y de él podría decirse lo que de sí mismo decía una de sus referencias vitales, Álvaro Cunqueiro: "Nunca supe pintar otra cosa que este reino en el que nací y cuyos linderos, bosques, fuentes, caminos y posadas digo con la lengua maternal". Porque, en efecto, Lamazares, cuanto más lejos de Galicia está, más gallego se siente, más dentro de Galicia permanece.

Sin perder sus raíces gallegas, se convirtió, por derecho propio, en un referente internacional del arte contemporáneo y en un permanente embajador de Lalín y de la cultura gallega. Galicia va con él y está presente en cada trazo de su obra, al pie de cada hora. Y ese es su gran valor: demostrar que se puede triunfar siendo profundamente gallego y rotundamente universal.

Ese es su gran valor y el camino que a todos muestra. El de una Galicia plural, abierta, moderna y sin complejos, que afronta el mundo y los retos de este tiempo, con confianza en sí misma, en sus fuerzas y en sus innumerables recursos.

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Lamazares lleva a la práctica, porque se empapó del espíritu franciscano en el convento de Herbón, la máxima del santo de Asís que dice que la verdadera enseñanza que transmitimos es lo que vivimos. Y que somos buenos predicadores cuando ponemos en práctica lo que decimos.Él aprendió el oficio de soñar de Laxeiro, de Pesqueira, de Cunqueiro, de Carlos Oroza...

Sus sueños son su obra. El mundo visto desde Maceira. El universo entero contemplado con ojos gallegos. Aquellos mismos ojos, pillos de aldea, ojos de canella, que un día se encontraron con los míos en una corredoira, para mirar y soñar lo mejor para nuestro querido Lalín.

Antón Lamazares, con una escalera en el Museo de Pontevedra.
Antón Lamazares, con una escalera en el Museo de Pontevedra.XURXO LOBATO

Peldaños

Lalín, 1954.

1963-69. Estudia en el convento franciscano de Herbón.

1972. Viaja por Europa para conocer el arte contemporáneo.

Regresa y trabaja de obrero de la construcción en Barcelona. En Madrid conoce a Laxeiro y a Carlos Oroza.

1976-79. Beca de la Diputación de Pontevedra.

1978. Vive en Madrid.

1981. Participa en el grupo Atlántica.

1990-1. Vive en París. En 2004 se traslada a Berlín.

2008. Premio Laxeiro.

2010. Medalla Castelao.

2011. Exposicion antológica en el Museo de Pontevedra.

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