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Entrevista:ANDRÉS GIMENO | Campeón de Roland Garros en 1972 | TENIS | Las confesiones de un pionero

"Rod Laver fue mi mejor amigo: él cocinaba y yo lavaba los platos"

Es una leyenda del tenis. Andrés Gimeno (74 años, Barcelona) lo fue todo con una raqueta Dunlop Maxply de madera en la mano entre los años sesenta y setenta del siglo pasado. Cuando su carrera comenzaba a despuntar, en 1960, aceptó una oferta de Jack Kramer y abandonó el circuito amateur para convertirse en profesional. Renunció con ello a los torneos del Grand Slam, cerrados hasta 1968 a los profesionales. Cuando pudo volver, fue finalista del Open de Australia (1969), semifinalista de Wimbledon (1970) y campeón de Roland Garros (1972), ya con 34 años y 11 meses: aún mantiene el distintivo de ser el ganador más veterano en París. Ahora, Gimeno atraviesa una difícil situación económica. La Federación Catalana de Tenis (FCT) y el RCT Barcelona le han organizado un homenaje el día 22, en el Palau Blaugrana, en el que participarán los mejores jugadores españoles, con Rafael Nadal y David Ferrer a la cabeza; los campeones de otras épocas, con Emilio Sánchez Vicario, Sergi Bruguera y Àlex Corretja entre ellos, y sus amigos de siempre: Manolo Santana, Manolo Orantes, Lis Arilla y Joan Gisbert. El objetivo, recaudar fondos para permitir que Gimeno pueda vivir dignamente.

"La crisis me ha pegado tres palos muy fuertes por inversiones equivocadas"
"Ya no podía más. Agradezco la ayuda de Nadal, Ferrer, Santana, Arilla..."
"Veía la Copa Davis un sueño irrealizable y me hice profesional. Me arrepentí"
"En París aproveché la oportunidad de mi vida. La ilusión fue de locura"

Pregunta. ¿Qué ha ocurrido para llegar a esta situación?

Respuesta. Nunca imaginé que esto pudiera ocurrir. Nunca fui ostentoso. He llevado una vida muy normal, ayudando a mis hijos y buscando la estabilidad. Cuando llegó la crisis, recibí tres palos muy fuertes por unas inversiones equivocadas y las devaluaciones inmobiliarias. Perdí mucho dinero. Me quedé sin nada, pero tampoco tengo deudas. Lo paso mal para llegar a final de mes. A lo único que aspiro es a llevar una vida sencilla, pero tranquila, junto a mi esposa, Cristina.

P. ¿Cómo vive?

R. Con estrecheces, pero pagando todas las facturas. Ahorrando por todas partes y olvidándome de los gastos superfluos. Hace tres o cuatro años que comenzaron mis problemas y ahora ya no podía más. Necesitaba ayuda. Afortunadamente, Francesc Orriols, el presidente de la FCT; Beto Agustí, el del RCT Barcelona; el senador Josep Maldonado; el seleccionador, Albert Costa, y un verdadero amigo, Lis Arilla, se pusieron en marcha para organizar un homenaje a fin de que recupere la tranquilidad económica.

P. La respuesta, unánime.

R. No lo esperaba. Sé las dificultades de los jugadores para encontrar fechas libres y lograr una respuesta afirmativa de Nadal, Ferrer, Robredo, Verdasco, López y hasta las ocho mejores raquetas de nuestro tenis me parece impresionante. Igual que la respuesta de Sandro Rosell al ceder el Palau; de Bruguera, Sánchez, Corretja, Santana, Gisbert... Emocionante e inolvidable. No creo que pueda contener las lágrimas cuando Rafa me lance unas bolas.

P. ¿Es la respuesta a lo que usted dio en su momento al tenis?

R. Me certifica que en el mundo del tenis hay mucha gente que me quiere. Eso me recompensa por todo lo que haya podido hacer por el tenis y me lleva a la reflexión de que no debí de hacerlo tan mal. ¿Que hay cosas que me salieron fatal? Sí. Pero eso le puede ocurrir a todo el mundo. Moralmente, me siente reconfortado.

P. Fue un pionero.

R. Es cierto. Nuestro ídolo era Pedro Masip, el mejor español entonces. Cuando Arilla y yo regresamos de una larga estancia de aprendizaje en Australia, con las leyendas de aquel país, Masip creyó que nada había cambiado. Jugamos un doble con Jaime Bartrolí y Masip dijo: "No tenemos ni para empezar". Cuando le tiré el primer saque, su raqueta voló por los aires. Descubrió que el tenis internacional era otra historia.

P. Ganó el Trofeo Godó en 1960...

R. Fue mi primer gran triunfo y lo que me valió la admiración de Jack Kramer. En Wimbledon, en 1960, Kramer, propietario de un grupo de tenistas profesionales, me ofreció un contrato de 50.000 dólares por cinco años con él. Entonces éramos aficionados y no podíamos cobrar por jugar. Se lo conté a Santana, Arilla y Gisbert. Y Santana me dijo: "Andrés, si no lo coges tú, lo cojo yo".

P. Y lo cogió.

R. Para mí, fue una gran oportunidad. Quería vivir del tenis y me lo ponían en la mano. Lo evalué todo, pero me equivoqué en una cosa: no creía que Santana ganara Roland Garros solo un año más tarde (1961). Pensaba que estaba muy solo en España y que ganar la Copa Davis era un sueño irrealizable. Me arrepentí.

P. ¿Cómo transcurría su vida entre los profesionales?

R. Aprendí mucho. Por ejemplo, no sabía que, cuando hacía viento, debía lanzar la bola más baja en el saque para que no se moviera tanto. Y miles de detalles.

P. Compartió apartamento muchos años con Rod Laver.

R. Sí. Laver cocinaba y yo lavaba los platos. Me hacía huevos con beicon para desayunar, fritos o revueltos. Al final, le añadió tomate siguiendo mis consejos. Fuimos muy amigos. Rosewall, Segura y él eran mis mejores amigos.

P. ¿Ganaban mucho dinero?

R. En una buena temporada, jugando 150 partidos, podía llevarme 17.000 dólares, con los que debía pagarme comidas, hoteles e impuestos. Me quedaban unos 13.000 limpios. Me permitían vivir bien y comprarme una casa, pero tampoco mucho más. En el tenis no se pagaba entonces como ahora. Cuando gané Roland Garros, en 1972, cobré 500.000 pesetas; por llegar a las semifinales de Wimbledon, en 1970, 500 libras, y por ser finalista en Australia, en 1969, 2.000 dólares australianos.

P. Logró su único título grande, en París, rozando los 35 años.

R. Fue algo que ni podía soñar. Había tres jugadores que eran mis bestias negras: Nastase, Kodes y Orantes. Pero Nastase perdió con Panatta en la primera ronda y Proisy se cargó a Kodes en los cuartos y a Orantes en las semifinales. En el vestuario, antes de la final, los franceses se acercaban a Proisy y le decían: "Tu as déjà gagné (ya has ganado)". Yo pensaba que tal vez, pero que debería sudar sangre para vencerme. Y gané. Cuando salió de la cancha, él lloraba y yo había aprovechado la gran oportunidad de mi vida. La ilusión fue de locura.

P. La vida le ha dado ahora un golpe.

R. Sí, pero la vida es una lección continuada. De todo se aprende. Creo que a partir del homenaje del día 22 podré ver el final del túnel. Tengo motivos para estar agradecido a todos y especialmente a mi esposa, que ha sabido estar firme a mi lado en los buenos momentos y en los malos.

Andrés Gimeno, en un momento de la entrevista.
Andrés Gimeno, en un momento de la entrevista.SUSANNA SÁEZ
Gimeno, en la final de Roland Garros 1972.
Gimeno, en la final de Roland Garros 1972.

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