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Reportaje:24 HORAS EN... BENIDORM

Idilio en 'Beniyork'

Tras su imagen de rascacielos neoyorquinos y cumbre de lo pop, y en equilibrio con las masas de veraneantes armados de sombrillas y colchonetas, Benidorm despliega sus bulliciosos encantos

Cuentan por aquí que Benidorm es la ciudad con más rascacielos por habitante. Y, sin duda, también algunos de los más bizarros. No en balde, hay quien la apoda Beniyork, en alusión al perfil arquitectónico de Manhattan. Pero una vez inmersos en la vorágine de esta villa alicantina (que en temporada alta puede alcanzar los 400.000 habitantes, 74.000 la población residente), entre sus playas repletas, sus neones, su bullicio frenético y su infinita oferta gastronómica y de ocio surge un idilio inexplicable que tiene que ver con la seducción. Es entonces cuando se descubren sus calas aisladas, su ruta de pinchos vascos, las heladerías artesanas y las terrazas tranquilas para tomar una cerveza al caer el sol.

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El 'plan B' playero de Benidorm

9.00 ¿Magdalenas o salchichas?

Benidorm es una Babel que mira al mar, así que hay desayunos para todos los paladares. Los más tradicionales no dudan en esperar para hacerse con los brioches o magdalenas recién horneados en Pastelerías Yago (hay cuatro locales en la ciudad) o se desperezan con una tarta casera en la terraza de Jardín Bahía (1) (Gijón, 2). El repertorio varía cada día, a gusto del repostero. Las hay de manzana, albaricoque, piña, frutas del bosque, chocolate... La porción de tarta más un café cuesta 3,90 euros. Las vistas al mar desde su terraza son gratis. Caseras también son las tartas de Simply Delicious (2) (avenida de Ametllà de Mar, 26), que, como reza en la puerta, es una British bakery (panadería inglesa) sin pretensiones pero muy limpia y eficiente. Huele a horno casero, y de él salen unas tartas de zanahoria y unos muffins dignos de hacerles la ola. Finalmente, por qué no, uno puede atizarse un desayuno inglés en cualquier English bar de la calle de Gerona (3). A saber: tostadas, beans (judías blancas con salsa de tomate), salchichas y beicon. Con café o té, por supuesto. Por unos tres euros, energía de sobra hasta el almuerzo. Para noctámbulos empedernidos hay bares donde estos desayunos se sirven hasta las seis de la tarde.

11.00 Tetris playero

Para bajar un desayuno copioso, nada como una mañana deportista. De nuevo, para todos los gustos. Los más exquisitos pueden echarse unos hoyos en el Club de Golf Las Rejas Benidorm (4) rodeados de pinos mediterráneos. El resto, o sea, la inmensa mayoría, elige la playa y bajan pertrechados de toda suerte de útiles playeros, nevera incluida. La de Poniente (5), más familiar (atención al paseo marítimo, con sus ondulaciones y colorines, obra significativa y reciente de los arquitectos Carlos Ferrater y Xavier Martí Galí), o la de Levante (6), ultrapopulosa y donde toallas y bañistas de distribuyen en una especie de tetris sobre la arena. En esta última se encuentra el mítico Cable-Ski, desde hace 46 años una de las atracciones favoritas de los bañistas para practicar el esquí acuático o el wakeboard (desde 12 euros por 4 salidas). A los alérgicos a aglomeraciones humanas les quedan las calas del Rincón de Loix (7), como la del Tio Ximo, reducto de paz y convivencia entre textiles y nudistas. Olvidémonos de comodidades. A cambio, un paisaje natural, casi sin colonizar por el hormigón. Es lo que tiene estar en el parque natural de la Sierra Helada (8).

14.00 Paella y 'fish & chips'

Todo el paseo marítimo de la playa de Levante está jalonado de terrazas con raciones de paella y sangría a precios asequibles y de digestión a veces complicada. La paella es una institución levantina que se ha de tratar casi con veneración, y así lo hacen en el restaurante Ulia (9) (Vicente Llorca Alos, 15), un local con 23 variedades de arroces a pie de playa, pero con manteles de hilo, respetable carta de vinos y excelentes pescados de la bahía. En el polo opuesto, pero que hay que probar sí o sí, en The Plaza (Rincón de Loix) sirven unos fish & chips (pescado rebozado con patatas fritas; 8 euros) y las clásicas jacket potatoes (patatas rellenas de chili con carne o curri; 3 euros) memorables y muy baratos. Es el típico bar inglés con retransmisiones de la Premier League y camareros británicos, pero que se defienden en castellano con admirable gracejo.

17.00 Una de cuestas

En el casco histórico merece la pena emprender la subida por el callejón de los Gatos hasta la iglesia de San Jaime (10), con su imagen de la Virgen del Sufragio, patrona de los marinos y pescadores que, en los siglos precedentes al auge del turismo, dieron gloria y mucho dinero a esta ciudad. El camino, siempre cuesta arriba, culmina en el mirador del castillo (11). Antes de hacerse la foto de turista obligada frente al inmenso azul del mar, los enamorados amarran un candado en un pozo en la plaza de Santa Ana para después tirar la llave al fondo del Mediterráneo. Así sellan su amor ad aeternum. La experiencia nos dice que el amor no siempre es eterno, pero sí el recuerdo de una buena tarde de tapeo alrededor de la plaza de la Constitución. En especial, por la calle de Santo Domingo (12), conocida como la "calle de los vascos" por la enorme oferta de tabernas vascas de pinchos y chatos de vino, como la Txapela, Sidrería Aurrerá o Gazteluxo. Para nuestra sorpresa, junto a la plaza Mayor, el bar La Mejillonera (paseo de la Carretera, 16) genera a diario colas de clientes ávidos de una mesa donde saborear sus raciones de sardinas, boquerones y, cómo no, mejillones cocinados de mil maneras. Ni que decir tiene que es pecado mortal marcharse de Benidorm sin deleitarse con un cucurucho de helado artesano en Pinocchio (13) (Gambo, 6, y avenida de Alcoy, 12) o uno de sus muchos cafés y chocolates con helado. Conviene hacer una visita al parque de L'Aigüera, donde se alza el ayuntamiento, airoso prisma longitudinal del arquitecto José Luis Camarasa al frente de un destacable equipo de profesionales.

21.00 Un jardín tropical

Cactus, buganvillas, muebles indianos y hasta un pequeño estanque con peces de colores. Bienvenidos a Portus Massai (14) (Vicente Llorca Alós, 22), un tranquilo restaurante lounge para desconectar del mundanal ruido. Ojo, porque no es grande y antes de las diez de la noche ya no hay mesas. Donde siempre hay es en el Rockstar (15) (Gerona, 17), la réplica al clásico Hard Rock. Tres plantas con cenas a la americana a base de hamburguesas, cócteles, sesiones de dj y hasta conciertos en directo, desde artistas noveles hasta relumbrones como Ariel Rot.

23.00 Guerra de neones

Junto con Las Vegas, posiblemente Benidorm sea una de las ciudades que más luz lanza al espacio por la noche. Conviene no perderse en este mar de neones y guiarse por los gustos musicales y etílicos. Pintas de cerveza de dimensiones cósmicas, toro mecánico y los grandes éxitos de Back Street Boys en The Red Lion (16), autodenominado como "el mejor pub en Benidorm". Cubata de toda la vida, billar, fotos de mitos del rock y pop español en el Café Rock Kentucky (17) (Dr. Cosme Bayona). Como en el fondo nos va lo freak, cogemos el coche hasta L'Anouer (18) (en la N-332). Un insólito bar de copas instalado en una casa de labranza entre huertas y decorado con motivos religiosos. No da yuyu, pero casi: velas, casullas, crucifijos y santos. Si aún hay cuerpo para fiesta, la noche acaba en el Ku (19) o en Penélope(20), también en la vieja carretera hacia Valencia.

De izquierda a derecha, el restaurante Rockstar de Benidorm, el bar Café Rock Kentucky y la  playa de Levante, con la isla de Benidorm, un curioso triángulo elevado en rampa, al fondo.
De izquierda a derecha, el restaurante Rockstar de Benidorm, el bar Café Rock Kentucky y la playa de Levante, con la isla de Benidorm, un curioso triángulo elevado en rampa, al fondo.ALFREDO ARIAS
Afamado entorno turístico de bellas playas combinadas con una gran oferta de alojamientos, ocio, servicios y restauración que se ha consolidado en los últimos añosVídeo: CANAL VIAJAR

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