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Crónica:
Crónica
Texto informativo con interpretación

Offspring enciende el Monte do Gozo

El festival Rock in Way arranca con la afluencia de unas 10.000 personas

La primera noche del festival Rock in Way fue una buena piedra de toque para comprobar que los eventos musicales masivos han perdido buena parte de la mística que tuvieron hace años, aunque conservan la capacidad para reunir a distintas generaciones de aficionados al rock. Hay veteranos que intentan reencontrarse con su pasado musical, chavales para los que la música es sólo una excusa para divertirse y gente que simplemente aprovecha la ocasión para cambiar de aires un par de días y cambiar el pub habitual por algo de ocio al aire libre. El cartel de este festival parece tratar de contentar a todos al reunir a bandas que vivieron sus mejores días hace décadas con otras que acaban de aparecer en escena y ciertos grupos que se quedan a medio camino.

Triángulo de Amor Bizarro merecían una oportunidad en el escenario grande
Dotar al certamen de personalidad es la asignatura pendiente

Los californianos Offspring eran a priori las estrellas de la primera noche y cumplieron dignamente su papel. Unas 10.000 personas vieron su actuación y a juicio de la reacción del público, la mayoría disfrutó con un concierto que no transmitió grandes emociones pero sí permitio recordar los temas que llevaron muy alto en las ventas a una banda que sirvió a muchos para olvidar durante un tiempo la desaparición de Nirvana tras la muerte de Kurt Cobain. Las biografías del grupo se empeñan en presentar a Offspring como una banda de punk-pop, pero por lo visto la noche del viernes en el Monte do Gozo los californianos ahora tienen mucho más de lo segundo que de lo primero. De cualquier modo, el veredicto del público, que es el que manda en estos casos, es que valió la pena reencontrarse con una banda que anuncia nuevo disco para los próximos meses.

Aunque en esto de la música todo es subjetivo, resultó mucho más emocionante la actuación de los barbanzanos Triángulo de Amor Bizarro (TAB), que tuvo lugar en el escenario secundario apenas unos minutos antes que la de Offspring. Sonaron muy bien y demostraron toda la fuerza en directo que uno echó de menos en los californianos. La pena es que su actuación fuese seguida por menos de 2.000 personas, entre las que se encontraba el conselleiro de Cultura, Roberto Varela. Tal vez muchos potenciales oyentes se encontraban atrapados en la trampa que suponen las barras y chiringuitos de comida, en los que había que hacer largas colas para conseguir un refrigerio. TAB mostraron que los premios y buenas críticas que reciben dentro y fuera de Galicia están más que justificados. Merecían la oportunidad de tocar en el escenario principal.

Después de la actuación de Offspring llegó el turno de los británicos Bad Manners. Son una histórica banda de ska británico dirigida por un orondo cantante que sin duda se llevó el título al atuendo más estrafalario de la noche. Vestido con unos pantalones de deporte y una camisa de cuadros, Buster Bloodvessel y sus secuaces consiguieron divertir al público con un repaso del repertorio que les llevo a ser uno de los grupos con más éxito dentro del particular género hace ya más de dos décadas. El sentido del humor es la divisa de una banda que se atrevió hasta a hacer una versión a ritmo de ska del clásico Can't take my eyes off you. La noche concluyó en el escenario principal con los aires rumberos de Muchachito Bombo Infierno. Un buen fin de fiesta.

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La intención de consolidar al Rock in Way como una cita permanente en el calendario musical se presenta ardua. Las fechas elegidas no parecen las mejores para garantizar una gran afluencia de público, ya que se celebra cuando los bolsillos están vacíos tras los grandes acontecimientos musicales del verano y los turistas que llenan Galicia en agosto ya se han marchado. El festival, organizado por la productora Zircozine, cuenta con un presupuesto de un millón de euros, de los que la Xunta aporta un 20%, y necesita más espectadores para poder autofinanciarse. Parece positiva la decisión de huir de los cachés desproporcionados de los grandes monstruos del rock y apostar por traer a bandas que puedan atraer a un público diverso. La asignatura pendiente es la de dotar de personalidad al festival. Claro que eso no se consigue con una sola edición.

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