Comedia para tiempos difíciles

Reír cuando solo hay ganas de llorar. Esa es la receta que proponen Javier Gurruchaga y Charo López en Carcajada salvaje, un viaje a la soledad y las miserias del ser humano a través de la comedia de Christopher Durang. Dirigidos por Josep Costa, estrenan mañana en el teatro Bellas Artes encarnando a dos solitarios que ponen frente a frente sus locuras.

Pregunta. Una obra idónea para los tiempos que corren...

Javier Gurruchaga. Desde luego. Cuando estábamos ensayando veíamos las noticias y nos dábamos cuenta de que era un cuadro hiperrealista de la vida misma.

Charo López. Es una obra que habla de la cantidad de obstáculos que el ser humano tiene que superar, de ese mundo de individualismos, de gente sola con patologías diferentes.

"En los personajes están todos los que se creen cuerdos", comenta López

P. ¿Qué trae de nuevo este montaje?

J. G. Es una apuesta muy austera, centrada en la claustrofobia de los personajes y sus diálogos.

C. L. La sobriedad de la puesta en escena y la grandiosidad del texto. Christopher Durang tiene presente todo el teatro contemporáneo y el cine, y tiene en cuenta la locura en la que vivimos. Ha hecho una terapia escribiendo esta función que también sirve para el público. Es una obra seria, rigurosa y subversiva.

P. ¿Qué momento rescatarían del texto?

J. G. El hecho de que todos digan que el autor escribió la obra pensando en mí, que es como un fotomatón de mi vida.

C. L. Yo me quedo con que en el personaje que hago estoy yo también y estás tú, y están todos los que se creen cuerdos. Siempre creemos que todos los demás son los que están locos y que nosotros somos los cuerdos.

P. ¿Cómo creen que recibirá el público esta obra?

Ch. L. Eso siempre es una intriga. Los problemas de los que hablamos están en la calle. La gente está en la butaca y piensa que eso les pasa también a ellos, y por eso se ríen.

P. Ante tanta desesperanza, ¿es el humor la mejor arma ante la adversidad?

J. G. Yo, cuando estoy de bajón, me pongo algo de los hermanos Marx y eso me anima. Para mí, la mejor terapia es una película de Keaton o Chaplin.

C. L. Contra la adversidad hay armas mejores. El humor te distrae de los problemas y sirve en el día a día. Pero contra la adversidad solo sirve el compromiso.

P. ¿Hay algún vínculo entre los actores y los personajes?

J. G. Pues, sinceramente, más de los que yo pensaba. Creo que ahora incluso soy más neurótico.

C. L. Hacemos cosas en la función que nos han pasado. Vale que el actor las lleva al límite, pero claro que me siento identificada. Mi alegría y mi soledad están en el personaje.

P. A esos seres humanos perdidos, como sus personajes, que necesitan una carcajada salvaje, ¿qué les dirían?

J. G. Que no hay mayor terapia que ver las miserias humanas en el escenario: eso es muy terapéutico.

C. L. Las patologías no tienen arreglo: hay que hacer terapia. Si no, debemos adoptar este sistema que usan en Estados Unidos de subirse a un teatro y vaciarse por dentro, te hace identificarte con los demás y parece que funciona.

Carcajada salvaje. Teatro Bellas Artes. Del 26 de agosto al 6 de noviembre. Entradas: 20 y 25 euros.