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Reportaje:

"Me quedé sin bolsos y no tengo casa, duermo bajo las palmeras"

Los 'manteros' de El Vendrell se rebelan ante la presión policial

Se hace llamar Mourinho, nació en Senegal hace 37 años y es mantero. Vive en Salou y cada tarde a las 16.45 queda con decenas de compatriotas en la estación de tren para desplazarse hasta Coma-ruga, en El Vendrell. Sortea a los revisores y cuando consigue llegar al paseo marítimo despliega su manta, a rebosar de artículos ilegales, la mayoría falsificaciones de grandes marcas. Mourinho llegó a España hace cinco años y desde entonces se dedica a la venta ambulante. Pero este año, cuenta, la presión policial le impide hacerlo. "Los policías me quitaron todos los productos, no tengo casa y a veces duermo bajo las palmeras de la playa con otros compañeros. El otro día vino la policía, pegó a uno y está lesionado".

Mourinho lleva meses sin mandar dinero a su familia al no poder vender

Antes de empezar el verano se une con cinco o seis manteros, recaudan 200 euros y los envían a Grecia o Italia, donde otros compatriotas se hacen con las imitaciones. "Lo difícil no es comprarlas, es que lleguen a España, lo pasamos en paquetes pequeños, pero si la policía lo intercepta, te sigue. Nos persiguen mucho más que el año pasado", afirma. A finales de temporada, asegura, ganaba 500 euros, pero ahora lleva cuatro meses sin enviar dinero a su familia. Tiene mujer y tres hijos en Senegal, donde era pescador y vivía en una casa con 20 familiares. "Lo dejé todo y fui en patera hasta Canarias, después me enviaron a Madrid. En el centro de internamiento me dieron un billete a Granollers y 60 euros. Desde entonces vendo en el top manta porque no encuentro trabajo", dice apesadumbrado.

Ante la avalancha de manteros, el año pasado el Ayuntamiento de El Vendrell les cedió una zona para vender sin ser multados ni perseguidos por la policía. Pero este año la lucha entre vendedores ambulantes y agentes se ha recrudecido en Coma-ruga. Correr con la manta en los hombros y sortear a turistas y policías se ha convertido en algo diario. Y ante la falta de resultados, la policía incluso decidió el pasado jueves intentar a manguerazos que los manteros se fueran. Un camión de limpieza empezó a descargar agua y los manteros corrieron hasta la playa. Pero la medida tuvo efectos colaterales: los turistas y vecinos de la zona que paseaban por allí se indignaron porque el suelo resbalaba.

Ante la presión, un centenar de manteros se retiraron unos días, hasta que las aguas volvieran a su cauce. "Ayer volvimos y fue imposible, cada cinco minutos venían policías de paisano de todas partes y se llevaban la mercancía", lamenta. Mourinho también se queja de tener que aguantar que "algunos turistas" se mofen de ellos y los traten "como animales". "Si alguien nos diese un billete a Senegal, volveríamos a casa sin pensarlo", dice.

Cuando aparece la policía, Mourinho despliega un cartón que reza: "Lo hacemos para sobrevivir, déjanos comer por favor para no coger otro camino malo". Él es el encargado de mediar entre los agentes y sus compañeros, e incluso organizó una protesta. "Sé que he perdido la dignidad, somos como perros, pero si no nos dejan comer, al final no sé qué vamos a hacer", advierte.

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Mourinho asegura que el Ayuntamiento de El Vendrell les ha comunicado que el año que viene quizá podrían comerciar en puestos, pero sin productos falsificados. "Sabemos que lo que estamos haciendo está mal y no tiene futuro, pero no tenemos elección", remacha. A la espera de una improbable solución, Mourinho y centenares de manteros seguirán pugnando con la policía para poder seguir desplegando sus mantas.

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