De la burbuja al fiasco de la fusión fría
Roberto López Abad (Alcoi, 1956) ha sido el primer directivo de la CAM desde el cargo de director general al que llegó en 2001 y que ocupó hasta noviembre de 2010. En esa fecha optó por integrarse en la dirección del frustrado SIP (Sistema Institucional de Protección) en el que inicialmente se integró la caja alicantina, junto con Cajastur, Caja Cantabria y Caja de Extremadura.
Su etapa al frente de la dirección general de la CAM estuvo marcada por un primer periodo de expansión al cobijo de la sombra del boom inmobiliario. López Abad implicó a la CAM hasta en 66 sociedades y 104 proyectos vinculados al sector del ladrillo. Eran los años en los que, según exconsejeros, la caja avalaba préstamos a constructores con un simple solar rústico a sabiendas de que en un par de años su precio se multiplicaría como consecuencia de la especulación y recalificación.
Roberto López fue el encargado, junto al expresidente Crespo, de liderar el proceso de fusión de la caja con otras entidades en el último año. Ninguna de las múltiples alternativas exploradas cuajó. El lastre del ladrillo en los balances de la CAM acabó por expulsar a la caja alicantina del SIP del Banco Base.
Sin embargo, antes de la fallida fusión fría, el ex alto cargo de la CAM se aseguró un puesto en el nuevo consejo. Y tampoco esperó a presenciar en primera fila la recta final de la caja con autonomía propia. En junio pasado se incluyó en el ERE de 853 bajas incentivadas que impulsó la caja. Fuentes sindicales cifran en 3,8 millones la indemnización en virtud del salario de 700.000 euros al año que percibía como director general de la entidad. El artífice de la ficticia escalada de la CAM hasta el cuarto puesto de la lista de cajas se ha ido sin dar ni una explicación pública de su gestión. -
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