Francisco Villagrán, insólito exvicepresidente de Guatemala
Su situación se hizo insostenible tras el salvaje asalto a la Embajada de España, en el que murieron 37 personas
Francisco Villagrán Kramer (ciudad de Guatemala, 1927), vicepresidente de Guatemala durante el Gobierno del general Romeo Lucas García (1978-1984), considerado uno de los regímenes más sanguinarios de la historia contemporánea de Guatemala, falleció el pasado 12 de julio a los 85 años.
Abogado internacionalista, catedrático universitario, escritor y político pero, sobre todo, un demócrata a carta cabal, sorprendió a todos cuando aceptó ser compañero de fórmula de Lucas, un militar de línea dura que a las pocas semanas de asumir el poder empezó una campaña brutal de represión en contra de organizaciones estudiantiles, de trabajadores y populares, satanizadas con el sambenito de "comunistas".
Quiso moderar desde el Gobierno al brutal general Romeo Lucas
Nadie entendió, nunca, tamaña decisión, que se veía antinatural a la legua. Los amigos íntimos de Villagrán cuentan que Pancho, como era conocido popularmente, les explicaba que pretendía convertirse en un elemento de moderación: pensaba que tenía cierta ascendencia sobre Lucas, extremo que luego se mostró completamente alejado de la realidad.
Al empezar la etapa represiva, Pancho abogaba en privado por el respeto a los derechos humanos. La cúpula militar lo escuchaba, pero no le hacía el menor caso. Dos de sus mejores amigos y compañeros de lucha por establecer la democracia en Guatemala, Manuel Colom, exalcalde de la ciudad de Guatemala, y Alberto Fuentes, exministro de Economía, ambos socialdemócratas, fueron abatidos por los "escuadrones de la muerte" en las calles capitalinas a plena luz del día.
A esto seguiría la tragedia del asalto a la Embajada de España: un grupo de campesinos, entre los que se encontraba Vicente Menchú, padre de la Premio Nobel de la Paz Rigoberta Menchú, ocuparon la legación española el 31 de enero de 1980 para protestar por el genocidio que estaba llevando a cabo el Gobierno de Lucas. Este ordenó a la policía que tomara al asalto la embajada. 37 personas murieron durante la actuación policial; todas las que se encontraban en el edificio a excepción del embajador español, Máximo Cajal, y uno de los participantes en la protesta, que horas después fue secuestrado en el hospital y asesinado.
Los sucesos terminaron por distanciar a Villagrán de Lucas. Pancho, una oveja en medio de lobos uniformados que disponían impunemente de la vida de los guatemaltecos, empezó a temer por la suya, pero tuvo que esperar hasta septiembre de 1980 para viajar a EE UU, argumentando problemas de salud. Desde suelo estadounidense envió la renuncia a su cargo. De haberlo hecho en Guatemala, comentaba años más tarde, "no hubiera llegado vivo a mi casa".
En una entrevista a EL PAÍS de septiembre de 1980, Villagrán declaraba: "Mi salida del cargo estaba prevista para el 1 de febrero. [...] Soy demócrata y hombre de principios, y había tomado la decisión de separarme del cargo para no involucrarme más en esta situación y para establecer un gesto de protesta por lo que yo entiendo como violaciones constantes a las leyes de mi país. Errores de grupos políticos y la tragedia de la embajada española impidieron que esos planes de salida se cumplieran. Sectores progresistas, intelectuales y políticos, me exhortaron a no precipitar una decisión y me dijeron que no debía pensar en mi prestigio personal, sino en el trauma del país."
Desde Washington y Nueva York, Villagrán denunció duramente los excesos del régimen. Con el retorno de la democracia en 1985, volvió a la política. En 1994 fue elegido diputado por el derechista Frente Republicano Guatemalteco. Durante esa legislatura, su última actividad pública, presidió la Comisión de Derechos Humanos.
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