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Análisis:EL ACENTO
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Puertas hacia otro mundo

Las cosas pueden ir rematadamente mal, pero siempre hay una salida. Eso es, por lo menos, lo que piensan todos esos creyentes que, desde hace un tiempo, van llegando a Bugarach, un pequeñísimo pueblo del sur de Francia situado muy cerca de los Pirineos, al pie de los Corberes. Les han dicho que es el único lugar del mundo donde podrán sobrevivir al juicio final. Según un antiguo calendario maya, el armagedón está a la vuelta de la esquina. Concretamente: el 21 de diciembre de 2012 este mundo se va al garete, se acaba una era y empieza lo desconocido.

Todo puede ir a peor, salvo que estés en el lugar apropiado en ese momento exacto. Y ese lugar, por lo que se ve, es Bugarach. Unas cuantas casas, unas delgadas calles laberínticas, 194 habitantes y una hermosa montaña como telón de fondo. En esta zona del Languedoc se instalaron a mediados del siglo X los cátaros, y fue en esos parajes donde buscaron alcanzar la salvación a través de una vida ascética hasta que la Iglesia montó la cruzada albigense para acabar con ellos. Pasaron a la clandestinidad, y a finales del siglo XIII habían desaparecido.

Hay quienes sostienen que las cuevas y pasadizos subterráneos que esconde el pico de Bugarach fueron obra de los cátaros. Otros consideran que se hicieron durante la guerra y los hay que están convencidos de que, en las misteriosas entrañas de ese monte se esconde una base que han montado los extraterrestres con toda la tecnología necesaria para operar cuando el final se precipite. Los que creen en la inminencia del apocalipsis han oído hablar de que en el interior de ese macizo de piedra caliza hay puertas que conducen a otro mundo.

Van hasta allí desde todas partes, vestidos de blanco para subrayar su pureza y se instalan en la zona ante la perplejidad de los habitantes, la preocupación de las autoridades (alguno intentó el año pasado hacerse el harakiri con la espada de un samurái) y la dicha de los hosteleros, que llevan tiempo haciendo su agosto. ¿Qué pasará cuando llegue el fin del mundo? Una cosa es segura: el negocio con tanto creyente habrá acabado.

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