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Reportaje:SIN COCHE | Zarzalejo

La mirada desviada de Felipe II

El rey pensó levantar en este pueblo, rico en rutas, su monasterio

Juan Diego Quesada

Felipe II tenía entre ceja y ceja construir un monasterio. Buscaba emplazamiento. Mandó a un juez de bosques a recabar información urbanística en los pueblos, más o menos lo que hoy vienen haciendo los supermercados de precios bajos. Se topó en Galapagar con un alcalde bastante sincero: "Asentad que tengo noventa años (...) el rey hará un nido de orugas que se coma esta tierra; pero antepóngase el servicio de Dios", según se recoge en el libro Una villa de realengo en la historia, de José A. Montero Pizarro.

Así que el rey después se fue a visitar Zarzalejo, un pueblo al pie de dos montañas graníticas, donde meditaba situar su magna obra. Llegó con parte de su corte un 8 de agosto de 1561. El historiador Montero Pizarro dice que la falta de agua hizo desistir a Felipe II de que este era el sitio ideal, aunque existe una leyenda mucho más apetitosa (y bélica) que motivó su cambio de opinión. Es la versión del pueblo. La gente, prevenida de que iban a expropiar gran parte de sus tierras, recibió al monarca con una lluvia de piedras. Se supone que el rey, apodado El Prudente, dio media vuelta. Su manía de no permitir biografías suyas en vida, lo que le llevó incluso a destruir su correspondencia, nos impide saber qué hay de verdad en esto, si es que la hay. El monasterio de Zarzalejo fue así devorado por el devenir de la historia. Que corra esta versión viene a confirmar que el zarzalajeño es orgulloso: fueron ellos los que no quisieron que esa monumental construcción se asentara en sus tierras. Y no al revés. Es como esas relaciones en las que no se sabe muy bien quién dejó a quién.

A falta de un monasterio que atraiga el turismo (acabó siendo levantado en lo que hoy es San Lorenzo de El Escorial), el pueblo tiene unas vistas panorámicas espectaculares. Declarado núcleo de interés rural, desde el mirador del Guijo se ve prácticamente toda la comarca y en una guía de entorno rural se explica que la grúa plantada ahí se utilizaba antes para cargar el granito. Otra de las opciones es recorrer la Cañada Real Leonesa, lo que viene a ser en distancia casi media maratón. Discurre por una calzada romana, asciende a un pico y por el camino se van encontrando fortines de la Guerra Civil. No es la única ruta que se puede seguir: hay otra, la del Venero, que también aparece señalizada. Andarines del mundo, he aquí vuestra tierra santa.

Zona de humedales, en la época de lluvias en Zarzalejo (600 habitantes) se forman numerosas charcas. Como no estamos en esas, las cigarras no paran de cantar en los caminos, escondidas entre los matorrales. Un hombre que dice llamarse "Juan a secas", carga una carretilla con dos bloques de granito dentro. ¿Adónde va? "A tapar un agujero", responde, incómodo por ser interrogado en un lugar solitario. La tierra está llena de baches y parece el sitio ideal para sufrir una lipotimia en pleno mes de junio. "Juan a secas" se las sabe todas, lleva una gorrilla para protegerse del sol. Al final de la vereda se encuentran unos molinos anunciados como atractivo turístico, aunque pertenezcan a un particular.

Por el camino del Cañillo están unidos los dos núcleos de población, Zarzalejo y Zarzalejo Estación. La carretera, por la que transitan multitud de ciclistas, es empinada. Más allá se encuentra la iglesia de San Pedro Apóstol, de estilo renacentista. Su construcción se cree que se remonta al siglo XV, aunque la única fecha que da una señal está grabada en la parte central de la bóveda mayor: 1619.

Desde una colina se ve el monasterio. Es la misma vista que tuvieron hace siglos los vecinos del pueblo, que vieron llegar a miles de obreros para levantar el monasterio en el pueblo vecino ("aquel bullicio y aquel ruido, había andamios que subían al cielo"). Zarzalejo, a partir de entonces, tuvo mayor flujo comercial pero pasó a pagar más impuestos y les obligaban a mandar hombres para arreglar los caminos con azadones, picos y palas. Les quedaba el orgullo de pensar que habían sido ellos quienes habían rechazado al rey. Zarzalejo no se arrodillaba ante nadie.

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Mirador del Guijo de Zarzalejo.
Mirador del Guijo de Zarzalejo.SANTI BURGOS

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Sobre la firma

Juan Diego Quesada
Es el corresponsal de Colombia, Venezuela y la región andina. Fue miembro fundador de EL PAÍS América en 2013, en la sede de México. Después pasó por la sección de Internacional, donde fue enviado especial a Irak, Filipinas y los Balcanes. Más tarde escribió reportajes en Madrid, ciudad desde la que cubrió la pandemia de covid-19.

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