El año del ocho

"Es el mejor jugador de equipo que se puede tener". A Ricky Rubio no le duelen prendas al enjuiciar a su compañero y al mismo tiempo rival por el puesto de base en el Regal Barcelona. Es Víctor Sada (Badalona, 1984) y el entrenador azulgrana, Xavi Pascual, se ha rendido a la evidencia. Durante los playoffs, le ha otorgado mando en plaza definitivamente. "Está jugando de manera extraordinaria", le elogió tras el primer partido de la final ante el Bilbao. "Ha estado muy sólido, ha tenido 30 minutos magníficos y hemos sentido que íbamos muy bien con él. Estamos muy contentos con su trabajo. Por eso Ricky ha tenido menos minutos", argumentó el técnico tras el segundo partido, cuestionado por el desigual reparto de minutos: 29 para Sada y solo algo más de 11 para Ricky. Mientras que el joven fenómeno trata de brillar en los que probablemente sean sus últimos partidos antes de recalar en la NBA con Minnesota, Sada está en la cresta de la ola.

Tiene un físico explosivo. Es un excelente defensor y líder en asistencias

Hasta el director general de los Grizzlies ha ido a verle al Palau

Sergio Scariolo lo tiene en el punto de mira para formar parte de la selección española que disputará el Europeo en Lituania. Rivales y compañeros lo elogian por igual y tiene encandilada a la afición del Palau. Es un estupendo jugador de equipo, con un físico explosivo que le convierte en uno de los mejores defensores, y ha rebatido las pequeñas pegas que le ponía su padre. Y su padre, Adolfo, ahora médico, habla con conocimiento de causa puesto que también fue base del Barcelona desde 1970 a 1974. "Intensidad de juego siempre la has tenido, pero has mejorado mucho en cuanto a dirección de juego", le reconoce en una conversación ante las cámaras de TV-3.

Sada, sobrio y discreto, ha logrado sin embargo alardes propios de las grandes estrellas. Desde canastas inverosímiles hasta tapones y rebotes en lucha directa con los pívots rivales, lo que da una muestra de su sensacional condición física. Es el jugador que ha repartido más asistencias en los playoffs, 25, y el tercero que más tapones ha puesto, cuatro, solo por detrás de sus compañeros Ndong y Vázquez.

No es extraño que hasta Chris Wallace, el director general de los Grizzlies de Memphis, se haya acercado al Palau para seguir sus evoluciones. "Estoy con mucha confianza y con muchas ganas. A estas alturas de la temporada, muchas veces las fuerzas fallan y es clave este plus. Me siento con energía para ayudar al equipo", subraya Sada. Curiosamente, él busca la concentración para los partidos a través de la lectura. Siempre lleva un ejemplar bajo el brazo y lo lee en el vestuario. Uno de los últimos es Todo lo que muere, de John Conolly, un ejemplar que le regaló Pascual el año pasado, con motivo de la fiesta de Sant Jordi, siguiendo la costumbre de Phil Jackson de obsequiar con un libro a cada uno de sus jugadores.

La afición por el baloncesto le viene de familia. Su padre, su madre Neus, sus dos hermanos mayores, Adolfo y Quique, y su pareja, Maria, lo practican o lo han practicado. Cuando tenía 11 años ingresó en el Barcelona. En 2003, debutó con el primer equipo dirigido por Svetislav Pesic y colaboró en la consecución de la Liga y de la Euroliga. En 2006, de la mano de Pesic y junto a su amigo Marc Gasol, recaló en Girona. Después de dos excelentes temporadas allí, recibió varias ofertas, una de ellas del Real Madrid. Ordenó a sus representantes que ni siquiera la escucharan. Regresó al Barcelona. Y esta temporada recuperó su número de siempre, el ocho. Una premonición. Fue su número en las categorías inferiores. En su primera etapa con el primer equipo eligió el 32 en honor de su admirado Magic Johnson. Luego optó por el 24. "4 x 2 son 8", dice. "Y 32 menos 8 son 24". Cuando empezó esta temporada, Jordi Trias, que era el que llevaba el ocho, fichó por el Joventut. Y Víctor lo recuperó. "Este es mi octava temporada en la ACB, llevo ocho años con Maria y nací un ocho de marzo". Decididamente, es su temporada.