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La captura del general Mladic

En la guarida del verdugo

Mladic vivía en una modesta casa de Lazarevo, un pueblo serbio donde resiste el nacionalismo - Los habitantes defienden al militar con el que convivieron

Andrea Rizzi

El nombre de Lazarevo será probablemente asociado en los futuros libros de historia al inicio de una nueva era para Serbia y los Balcanes. Al día siguiente de la detención del general Ratko Mladic, sin embargo, este llano pueblo serbio en el que se capturó al fugitivo solo ofrecía un doloroso recordatorio de cuánto camino queda para apaciguar definitivamente la región.

A pocos metros de la entrada de la iglesia ortodoxa de Lazarevo, y a un centenar del escondite de Mladic, Momcilo Zivkovic, de 54 años y expresidente de la asociación de vecinos del pueblo, prefiere no andar con rodeos. "La detención es una tragedia más en la cadena de dramas que nos han afligido", dice. "Nosotros no hemos olvidado el pasado. Ahora detienen a los más valientes, a los mejores. No sé si Mladic estuvo escondido por aquí mucho tiempo. Lo que sí sé es que si el pueblo hubiese sabido que estaba aquí, no le habría delatado. No es con este tipo de cosas con las que va a haber reconciliación".

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El cura, barba negra, amplia barriga, escucha compungido al lado de Zivkovic y añade: "Nosotros queremos entrar en Europa. Pero no como esclavos".

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Los argumentos de los dos reflejan bien algunos sentimientos que parecen unánimes en Lazarevo y que siguen teniendo amplio público en Serbia, sobre todo en las zonas rurales: resentimiento hacia Occidente; rencor hacia otros pueblos balcánicos; frustración por una justicia internacional considerada unidireccional.

De la docena de vecinos preguntados en Lazarevo, a 80 kilómetros de Belgrado, ninguno de ellos aprueba la detención del militar acusado de la matanza de Srebrenica. "¡Mladic es un héroe!", espeta una anciana con pocos dientes pero mucha garra. Prácticamente todos niegan haber tenido conocimiento de la presencia en su pueblo -de 3.000 almas, cuatro bares y varios familiares del exfugitivo- de uno de los hombres más buscados del planeta.

Un camarero de unos 25 años, que rechaza dar su nombre, dice sin embargo lo que muchos sospechan: "Todos sabíamos que estaba por aquí. A veces salía. Era una situación ridícula. Medio mundo le buscaba y él se paseaba tranquilo. Ahora se ha acabado. Nadie por aquí se alegra de que le hayan pillado". Es complicado comprobar la veracidad de esas palabras.

Sea como fuere, el rencor es palpable. En la entrada del pueblo, muy verde y de casas bajas, un hombre saluda a los visitantes agitando un grueso palo de madera con gestos elocuentes.

La noche del jueves, tras la detención, algunos centenares de jóvenes enfadados se reunieron ante el lugar de la detención, una casucha propiedad de un familiar de Mladic. Es una vivienda modesta, de una sola planta, con una parcela de terreno a sus espaldas, un viejo Golf aparcado en el interior y varias casas colindantes.

Los jóvenes acabaron enfrentándose a la policía y hubo algunos heridos. Los lugareños son en gran mayoría familias que abandonaron Bosnia después de la II Guerra Mundial. Las raíces añaden sal a lo que esta gente percibe como una herida. En los Balcanes, las raíces parecen nervios que nunca se sabe dónde acaban y cuándo dolerán.

Naturalmente, Lazarevo es un símbolo extremo de una parte de Serbia. El clima es muy diferente en las facultades universitarias de Belgrado. Alexandre Raicevic, estudiante de filología, lo expresa así: "Me da igual. Es la vida de Mladic, no la mía".

Otros jóvenes manifiestan el deseo de pasar página. "La detención de Mladic no me interesa, no me duele; quiero mirar hacia adelante. Quiero vivir de hoy para mañana", dice Tereza, de 30 años, empleada de una cafetería de la universidad.

Tampoco es difícil encontrar jóvenes dolidos por el arresto. "Somos como ovejitas, hacemos lo que nos dicen. Ahora hemos traicionado a Mladic. Yo digo no a la UE y no a la OTAN", espeta una estudiante, en un grupo de cuatro. Las otras asienten.

"Somos una colonia de Europa", observa otro estudiante, esta vez de sociología. Su afirmación recuerda bastante el tono y los argumentos del cura de Lazarevo. La detención de Mladic es un paso, importante, en un camino todavía largo y tortuoso.

Exterior de la casa donde fue arrestado el jueves el exgeneral serbobosnio Ratko Mladic, en el pueblo de Lazarevo.
Exterior de la casa donde fue arrestado el jueves el exgeneral serbobosnio Ratko Mladic, en el pueblo de Lazarevo.IVAN MILUTINOVIC (REUTERS)

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Sobre la firma

Andrea Rizzi
Corresponsal de asuntos globales de EL PAÍS y autor de una columna dedicada a cuestiones europeas que se publica los sábados. Anteriormente fue redactor jefe de Internacional y subdirector de Opinión del diario. Es licenciado en Derecho (La Sapienza, Roma) máster en Periodismo (UAM/EL PAÍS, Madrid) y en Derecho de la UE (IEE/ULB, Bruselas).

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