El final de los proyectos faraónicos
Si gana, el PP tendrá que revisar la política de grandes eventos
De norte a sur, la Comunidad Valenciana ha estado salpicada en los últimos 15 años de proyectos megalómanos que han supuesto un importante dispendio para las arcas públicas (y a menudo también para las cajas de ahorro valencianas), pero que también han sido la imagen de marca exhibida por el PP valenciano. La bonanza vino acompañada de grandes y costosísimos proyectos en los que no se escatimó y caracterizados por el sobrecoste, la polémica y la falta de viabilidad económica. Y la crisis los ha terminado de rematar. Terra Mítica ha acabado, solo una década después de su inauguración, en manos privadas; proyectos como el aeropuerto de Castellón no interesan al capital privado; la ópera del Palau de les Arts ha abierto sus puertas a las bodas y eventos privados y otras infraestructuras, como la Ciudad de la Luz, han acabado en los juzgados.
Terra Mítica, el icono del PP, ha acabado alquilada a Aqualandia
La Ciudad de las Artes ha costado casi cuatro veces lo presupuestado
- Terra Mítica. El doble fiasco del mascarón de proa del turismo valenciano. El parque temático Terra Mítica de Benidorm, proyectado a finales de los noventa por el expresidente del Consell Eduardo Zaplana como gran apuesta turística, se convirtió apenas una década después en una fábrica de deudas sin respuesta a las expectativas de la potente patronal hotelera de la ciudad. El parque ha sido cedido a la iniciativa privada 10 años después de abrirse y después de acumular una deuda de 30 millones de euros. El Consell, Bancaja y la CAM, sus tres socios de referencia, se lo alquilaron con opción a compra el año pasado a la empresa de ocio Aqualandia, solo tres años después de levantar una suspensión de pagos (por una deuda de 218 millones). El trasfondo de la sangría económica del complejo fue el sobrecoste de su construcción: se presupuestó en 270 millones y alcanzó los 377.
- La vanguardia abatida. Estaba llamado a ser un referente de la arquitectura de vanguardia, pero de momento solo es un edificio en deterioro y abandonado. El arquitecto japonés Toyo Ito diseñó en 2000 en Torrevieja el Parque de la Relajación, un balneario promovido por el Ayuntamiento de la localidad, del PP, y formado por tres edificios singulares. Solo se levantó uno, acabado en 2006 y que languidece tras ser paralizado el proyecto por la Dirección General de Costas al invadir el dominio público marítimo-terrestre y su zona de servidumbre, junto al parque natural de las Lagunas de Torrevieja y la Mata. La escasa obra costó más de 600.000 euros y, además, sobre ella pesan dos multas de 170.000 euros.
- Ciudad de la Luz. Ha sido el proyecto audiovisual más importante de la ciudad de Alicante y también surgió de la iniciativa de Zaplana para compensar a la capital por la concesión a Benidorm de Terra Mítica. La inversión estimada cuando estén concluidas las obras previstas es de 300 millones. Es otro proyecto en números rojos. En 2009 sumó pérdidas por 24 millones. El Consell ha tenido que recurrir a incentivar los rodajes con ayudas millonarias (como los 4,7 millones para el rodaje de la película Asterix en los Juegos Olímpicos). Recientemente rompió unilateralmente el contrato con la empresa que explota los estudios, Aguamarga, y que tiene contrato hasta 2014. La intención del Consell es volver a sacar esta explotación a concurso. Pero un juez dejó en manos de Aguamarga la gestión del complejo hasta que las partes aclaren su conflicto.
- Aeropuerto de Castellón. Ha sido la gran obra faraónica pública de la provincia de Castellón. Empeño personal de Carlos Fabra, ha tardado 13 años en ser una realidad desde que se anunció su construcción. Una realidad sin aviones. El sueño de Fabra es un espacio vacío, sin actividad, que ha costado más de 155 millones de euros y que se será gestionado por la Administración autonómica. El aeropuerto de Castellón sufrió problemas desde sus inicios. En 2004 se puso la primera piedra, pero en 2005 el Ministerio de Fomento paralizó las obras por carecer de plan director. El coste de la paralización, que corrió a cargo de la sociedad pública Aerocas (en la que la Generalitat participa en un 98% y la Diputación de Castellón en el 2% restante) fue de 18 millones. El recinto se inauguró a final de marzo, pero aún carece de autorización para que aterricen aviones.
- Centre de Convencions de Castellón. Uno de los grandes proyectos del Consell que llegó más tarde, a las puertas de la crisis. El presidente Camps lo anunció en 2007 y el arquitecto de cabecera del Consell, el polémico Santiago Calatrava, sería el encargado del proyecto. Sería el edificio más alto de la capital de La Plana y su coste previsto es de 60 millones, que pagará la Generalitat. El complejo estaba incluido en un programa urbanístico que se anuló y ahora ha desaparecido de los presupuestos y ha dejado de ser una prioridad para el Consell de Camps.
- Ciudad de las Artes y las Ciencias. Los Gobiernos del PP han gastado en este complejo urbanístico un total de 1.282 millones de euros, pese a que denostaron inicialmente la idea pergeñada por el Consell de Joan Lerma en 1986 que incluía solo el cine imax de L'Hemisfèric, el Museu de les Ciències y una torre de telecomunicaciones, sobre cuyos cimientos el popular Eduardo Zaplana y su entonces vicepresidente José Luis Olivas levantaron el edificio de la ópera bautizado como Palau de les Arts. El complejo urbanístico, tachado de faraónico por el PP cuando estaba en la oposición, se rediseñó a partir de 1995 y desde entonces no ha parado de crecer. Así, los populares decidieron -primero con Zaplana y luego con Camps- mantener L'Hemisfèric y el Museu, pero sustituir la torre de telecomunicaciones por el Palau de les Arts (382,5 millones de euros), L'Oceanogràfic -uno de los mayores acuarios de Europa que ha costado 108 millones-, un puente (59,9 millones) y L'Àgora (90 millones) el último edificio que cierra el complejo. Cifras que, sumadas a las del resto de edificios, urbanizaciones y modificados multiplica casi por cuatro el presupuesto inicial.
La intención de levantar tres grandes rascacielos, por cuyo proyecto se pagaron 2,5 millones al arquitecto Santiago Calatrava, ya ha sido descartada y los solares donde se iban a construir, puestos a la venta. La crisis ha obligado también a reducir el gasto operístico y a abrir los espacios públicos a toda clase de eventos privados, desde rodajes publicitarios a bodas y celebraciones.
- Circuito de fórmula 1. Con un circuito ya existente en Cheste, en vísperas de las elecciones de 2007 el Consell de Francisco Camps cerró un acuerdo con Bernie Ecclestone para construir un circuito urbano en Valencia y colocar la ciudad en el circuito internacional de fórmula 1. Camps aseguró que la infraestructura no costaría un euro a las arcas públicas, ya que se sufragaría gracias a la iniciativa privada y los patrocinios. Aunque no hay cifras exactas, se calcula que la Generalitat ha gastado cerca de 211 millones en el circuito, ha asumido el canon que tenía que pagar la empresa Valmor y la operación inmobiliaria que iba a permitir recuperar parte de la inversión no ha llegado a puerto con la crisis del ladrillo.
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