La cárcel de la prensa
Turquía arresta a 68 periodistas y abre 4.000 procesos
"¡No podéis silenciar a la prensa!". Bajo este grito, 10.000 personas se manifestaron ayer en las calles de Estambul en protestar por la ola de detenciones a periodistas que vive Turquía. Amordazados con cintas negras y rodeados con una cadena en la que colgaban las portadas de las publicaciones cuyos profesionales han sido arrestados, 92 organizaciones periodísticas y fuerzas políticas contrarias al Gobierno corearon consignas durante casi dos horas.
De los 68 los comunicadores turcos que se encuentran en prisión por labores relacionadas a su profesión solo siete han sido condenados y el resto están a la espera de juicio, algunos desde hace cuatro años. Para Gülsah Karadag, una de las organizadoras de la marcha, la persecución a los periodistas es un retroceso en la apertura democrática que Turquía parecía vivir en los últimos años. "En el país hay 4.000 investigaciones abiertas a periodistas y 50.000 teléfonos pinchados", explica. Según Karadag, el Ministerio de Justicia se niega a dar datos de quiénes y por qué motivo tienen los teléfonos intervenidos.
El régimen tiene pinchados 50.000 teléfonos, según la oposición
"Las detenciones son cosa de la judicatura", se defiende el Ejecutivo
En la calle se comienza a hablar abiertamente de una caza de brujas contra la prensa, especialmente tras la última ola de arrestos que, en apenas dos meses, ha llevado a una docena de profesionales ante el juez. Muchos de ellos han sido acusados de pertenecer a organizaciones terroristas o de colaborar con la trama golpista Ergenekon, una red ultranacionalista cuyo objetivo era sembrar el caos a través de asesinatos y atentados para justificar un golpe de Estado, según cuenta en su blog el periodista Andrés Mourenza.
Entre los últimos arrestados se encuentran dos importantes periodistas, Nedim Sener y Ahmet Sik. Sener declaraba el pasado septiembre en una entrevista a EL PAÍS que esperaba ser detenido tarde o temprano por sus investigaciones. Las indagaciones de Sener sobre la muerte del periodista turco-armenio Hrant Dink -asesinado por un grupo ultranacionalista en 2007- han permitido unir su caso al sumario sobre Ergenekon, como reclamaba la familia de la víctima, según Mourenza.
Por su parte, Ahmet Sik documentaba en su nuevo libro la infiltración en la policía de miembros de la cofradía religiosa dirigida por Fethullah Gülen, una especie de Opus Dei islámico muy próximo al Gobierno de Recep Tayyip Erdogan, asegura Mourenza. "Cualquiera que les toque se quema", gritó Sik en el momento de ser detenido.
Según el fiscal general de Ergenekon, Zekeriya Öz, los arrestos no están vinculados a sus escritos sino a sus "otras actividades", que no "pueden ser reveladas". Pese a que cada vez más periodistas temen ser detenidos bajo pruebas secretas, lo que les impediría cuestionar sus arrestos, el Ejecutivo turco se lava las manos. "Las detenciones no guardan relación con nosotros, son cosa de la judicatura", dice un portavoz gubernamental.
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