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Anuncio singular del BCE

La comunicación del Consejo del Banco Central Europeo (BCE), tras su habitual reunión mensual de principio de mes, fue toda una declaración de intenciones. Estaría acabándose el largo periodo de tipos de interés bajos, muy bajos, en realidad, sobre el que ha pivotado la instrumentación de la política monetaria desde el inicio de la profunda crisis sufrida por la economía internacional y la eurozona hace ya casi tres años. Ello no impediría, en un doble juego, el mantenimiento simultáneo durante un cierto tiempo de algunas medidas de provisión extraordinaria de liquidez, expresivas aún de la excepcionalidad de la coyuntura.

Aunque, estrictamente, la decisión de la subida del tipo de referencia, desde el 1% actual, no fue adoptada, el anuncio de su proximidad no solo sorprendió, sino que contrasta con la orientación que previsiblemente aún marcará los próximos meses las políticas monetarias de los otros grandes bancos centrales (la Reserva Federal estadounidense, el Banco de Japón y, tal vez de manera más incierta, el Banco de Inglaterra). El carácter preventivo asignado a ese futuro movimiento por el propio presidente de la institución, que además será relevado en breve, matiza y debe entenderse como una voluntad de no iniciar una escalada continuada de ascensos. No obstante, revela al mismo tiempo la incomodidad de la institución con el mantenimiento de tipos históricamente tan bajos.

Cabe confiar en que este anuncio no sea la antesala que recuerde el error de la subida de 2008

Es cuestionable este desmarque del BCE, cuyo impacto ha sido ya notable en los tipos de interés del mercado y en las expectativas acerca de la evolución de los mismos. Es cierto, como argumento justificativo, que el índice general de precios de la eurozona ha ascendido velozmente en los últimos meses impulsado por el crecimiento del precio de la energía, y que la inesperada crisis de los países árabes amenaza con prolongar esa situación. Pero no lo es menos que la inflación subyacente continúa siendo muy baja, apenas por encima del 1%, y los riesgos de repunte de la misma como resultado de potenciales "efectos de segunda ronda" son limitados, a tenor de los niveles de actividad del conjunto del área. El crédito apenas ha comenzado a definir tasas positivas en los últimos meses, y la recuperación económica, aunque ya más robusta en algunos países centrales como Alemania, no deja de estar en una fase muy embrionaria en muchos otros. Los drásticos procesos de consolidación fiscal que se están abordando en algunos de ellos, en pos de un necesario ajuste de las finanzas públicas, contribuirán igualmente a mantener la debilidad de la demanda interna. Sigue pendiendo, además, quizá con carácter irremediable, una amenaza de acentuación de la crisis de deuda soberana que están soportando, con capacidad para acrecentar notablemente la inestabilidad de los mercados del conjunto del área; mercados que siguen definiendo distorsiones de cierto calado.

Cabe confiar en que este singular anuncio del BCE no sea la antesala que recuerde al ampliamente reconocido error de su inoportuna subida de 2008, con la crisis ya en marcha, y que hubo de corregir drásticamente pocas semanas después. Sin duda, ahora parece ser consciente de los riesgos, dada la modulación del lenguaje y la decisión de ampliar en el tiempo las medidas extraordinarias de provisión de liquidez.

Daniel Manzano y Daniel Suárez son profesores de la Escuela de Finanzas Aplicadas (AFI).

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