Hiroko Nagata, la líder que depuró el Ejército Rojo japonés
Falleció en la cárcel tras cumplir 40 años en el corredor de la muerte
Tras 40 años en prisión, 30 de ellos esperando la ejecución de una sentencia de muerte emitida en un procedimiento judicial que duró décadas, el pasado 5 de febrero la japonesa Hiroko Nagata fallecía en una cárcel de Tokio.
Nagata nació en la capital japonesa en 1945. Estudió farmacia en la Universidad Kyoritsu de Tokio, donde entró en contacto con los grupos de la extrema izquierda que a finales de los años sesenta y principios de los setenta se habían hecho fuertes en los ambientes universitarios japoneses.
Exaltada entre exaltados, Nagata se hizo con la presidencia del ala izquierda del Partido Comunista Japonés, que, tras su fusión en julio de 1971 con la facción del Ejército Rojo de Tsuneo Mori, se convirtió en el Ejército Rojo Unido (Rengo Sekigun). En el momento de la constitución del Rengo Sekigun, las fuerzas combinadas de los grupos liderados por Nagata y Mori totalizaban unos 30 miembros; menos de un año después, tras la depuración dirigida por Nagata, solo quedaban vivos la mitad. Las purgas se iniciaron cuando, tras una cadena de atentados lanzada por grupúsculos de ultraizquierda, la policía japonesa arrestó en una operación a decenas de radicales a lo largo de 1971 y 1972.
Brutales purgas
Acosado por las fuerzas policiales, en el invierno de 1972 un núcleo de integrantes del Ejército Rojo Unido se refugió en un área montañosa del centro de Japón. Allí, en el mejor estilo de la Revolución Cultural maoísta, los líderes del grupo organizaron en las primeras semanas de febrero de 1972 sesiones de autocrítica y adoctrinamiento. Nagata, juzgando escaso el fervor revolucionario de parte de sus correligionarios, ordenó matar a golpes a varios. A otros se les dejó morir de hipotermia tras ser atados a árboles, y algunos fueron asesinados cuando intentaban escapar. La depuración de tibios y desafectos se saldó con 14 muertes. El 16 de febrero Nagata, Mori y otros seis miembros del grupo fueron arrestados por las fuerzas de seguridad, mientras cinco de sus secuaces, parapetados en un refugio de montaña, resistieron algunos días el asalto de la policía, seguido en directo por el público televisivo de todo Japón.
Mori se suicidó con 28 años en una cárcel de Tokio unos meses después de su detención. Nagata fue condenada a muerte en 1982, sentencia confirmada por el Tribunal Superior de Tokio en 1986 y por el Tribunal Supremo de Japón en 1993. Operada de un tumor cerebral en 1984 y enferma desde entonces, el fallo multiorgánico que puso fin a su vida le ahorró el destino de presos que, al cabo de décadas de prisión, reciben la noticia de su ejecución una hora antes de ser ahorcados.
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