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Reportaje:TENIS | Abierto de Australia

McEnroe tenía razón

Los jueces de línea solo aciertan en el 72% de las jugadas revisadas por el ojo de halcón

John Big Mac McEnroe seguramente hubiera pagado lo que hiciera falta por tener el ojo de halcón, que revisa las jugadas conflictivas de cada partido de forma inmediata: se hubiera ahorrado gritos, aunque su mito hubiera perdido aristas. Las cifras de la máquina que todo lo ve en el Abierto de Australia son reveladoras. La revisión da la razón a los jueces de línea el 72,7% de las veces, lo que quiere decir que se equivocan el 27,3%. Entre los hombres, donde la pelota viaja mucho más rápido que en el tenis femenino, el porcentaje de acierto es incluso menor: los tenistas, que tienen tres posibilidades de utilizar la máquina por set, más una extra si llegan al tie-break, y que pierden una cada vez que fallan, han demostrado en lo que va de torneo que los jueces de línea se equivocan en un 31,4% de los casos reclamados.

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Nada de ese sistema implementado en 2006, claro, preocupa al ucranio Alexander Dolgopolov cuando firma su gran obra: eliminar (1-6, 6-3, 6-1, 4-6 y 6-2) al sueco Robin Soderling, el número cuatro del mundo, lo que le deja en cuartos y enfrentado al británico Andy Murray tras firmar una mañana deliciosa, de esas que quedan para siempre en la retina de los aficionados, con su fuerte tenis sin fuerza, y su veloz raqueta, que a veces pareció de otro planeta.

Frente a Soderling, el ucranio, hijo del entrenador de Medvedev, firmó una obra maestra, plena de recursos tácticos, de golpecitos y golpetazos, con una cara inocente, picadita aún de granos (tiene 22 años), como para esconder todo el veneno que le sale de las manos.

"Es muy incómodo, por su forma de jugar", explicó Rafa Nadal, que le venció sobre arcilla y en el torneo de Madrid. "Tiene unos golpes extraños, eso hace que no percibas la velocidad a la que viene la pelota, porque pega con los gestos muy al final. No ves cuando la bola viene rápida o lenta. Es peligroso. Le felicito. Tiene un carisma diferente y aporta algo diferente al tenis". Así se definió Dolgopolov, especialista del contraataque antes que nada: "Lo primero", dijo; "es que el otro jugador se sienta siempre incómodo en la pista".

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