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Reportaje:

Mestalla olía a puro y a coñac

Paco Gisbert publica un recorrido sentimental por el Valencia CF

Muchos aficionados que de niños frecuentaron Mestalla, en los años setenta, esbozarán una sonrisa cuando lean los capítulos iniciales de Ja tenim equip, editado por Carena, el recorrido sentimental del polifacético periodista Paco Gisbert (Valencia, 1962) por el club valencianista. Un trayecto cimentado en los paseos del autor desde su casa, en la calle Cirilo Amorós, hasta Mestalla, cogido de la mano de su padre, narrador de muchas de las historias que ahora reproduce el heredero con frescura y humor. Se lee en un suspiro.

El Valencia le entró a Gisbert por los sentidos. No recuerda el primer adversario contra el que jugó su equipo, pero sí cómo olía el viejo campo a puro barato, a césped y al coñac servido en vasitos de plástico en la grada por camareros provistos de una botella de Soberano. También las sillas de enea y, cómo no, los peculiares anuncios por megafonía: "Se ruega al señor tal que salga del estadio porque se ha dejado el coche en marcha".

El Valencia le entró al autor, cuando era niño, por los sentidos
El libro es a su vez un homenaje a los perdedores: Weltz, Serrat...

El primer jugador que disparó la imaginación del autor fue uno de los componentes de la delantera eléctrica en los años cuarenta, Guillermo Gorostiza, un genio borracho y pendenciero, retratado por el cineasta Manolo Summers como uno de sus Juguetes rotos. Esos futbolistas transgresores cautivaron a Gisbert, como años después lo haría Wilkes, el extremo holandés que corría cuando le daba la gana, unido por un hilo invisible con el maliense Salif Keita, una especie de "reencarnación de Wilkes" un decenio después.

El libro es a su vez un homenaje a los perdedores, jugadores que pasaron con mucho más pena que gloria. "Sánchez Torres, de quien Di Stéfano decía que el problema era que Sánchez no se entendía con Torres; el austriaco Weltz, el primer jugador a quien la grada se tomó a chufla; Jon García, Muñoz Pérez, Aliaga, Serrat...", evoca Gisbert.

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Di Stéfano y Pasieguito son personajes centrales del libro. "Di Stéfano tuvo una relación de amor-odio con el Valencia. Siempre que lo requerían, venía. Hasta tres veces. Y Pasieguito trajo a dos de los tres mejores jugadores de la historia del equipo: Kempes y Mijatovic, los dos que, junto a Villa, podían ganar partidos por sí solos", cuenta Gisbert.

El autor, sin embargo, baja del panteón de los mejores al trío más admirado de los setenta: Sol, Claramunt y Valdez, a pesar de que el pequeño extremo argentino llegado de Platense fue su gran ídolo. Hubo otro fascinante trío -Rep, Kempes y Diarte-, tan indolente fuera de casa como fantástico en Mestalla. Y parejas de centrocampistas inolvidables: Pasieguito-Puchades, Solsona-Bonhoff, Claramunt-Paquito y, la preferida del autor, Albelda-Baraja. Claro que el Valencia sufrió la falta de delanteros en diferentes épocas: la Liga del 71 la ganó con Sergio, Pellicer, Forment y Valdez. Y la del 2004, la mejor campaña de la historia, fue Mista, un secundario en estado de gracia. Por no hablar del ascenso con Jon García, Sixto y Alcañiz para convertir los servicios de un mediocampo delicioso: Fernando, Subirats y Arroyo.

Fernando tenía "cara de director deportivo cuando era jugador y de jugador cuando ha sido director deportivo", bromea Gisbert, que recuerda que el ex capitán, uno de los más grandes, se retiró sin títulos, justo en el 99, cuando el Valencia gana la Copa del Rey en Sevilla y arranca una época gloriosa. Arias, en cambio, ganó los tres títulos de los 70 y 80, ascendió a Primera, fue subcampeón en los 90 y apadrinó a Giner, Camarasa, Voro y Quique Flores.

El Valencia ha ganado seis de sus nueve finales europeas. Aunque Gisbert cuente la inmensa tristeza tras perder una de ellas, la Champions de Milan, en 2001, ante el Bayern en los penaltis. "Benítez recogió el trabajo de Ranieri y de Cúper, y le transmitió al Valencia el carácter necesario para ser otra vez campeón", sentencia.

Gisbert golpea con la diestra su propia obra.
Gisbert golpea con la diestra su propia obra.CARLES FRANCESC

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