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El delirante caso del barco de Guadalajara

La Diputación alcarreña hizo inventario y descubrió que un velero que faltaba desde 1999 estaba en O Grove

Era el último año, después de 17, que gobernaba el PP en la Diputación de Guadalajara, con el barón Francisco Tomey a la cabeza. En Galicia, mandaba Fraga, y su secretario general para el Deporte era Eduardo Lamas. En el organismo alcarreño, el responsable de este negociado respondía al nombre de Mariano Esteban, anterior alcalde de Tamajón. Corría 1999, y en el mundo de la vela sonaban ya los logros de Chuny Bermúdez de Castro y Jaime Arbones, que estaban preparando la Copa América en Valencia.

Un día llegó a sus oídos que en el embalse de Entrepeñas (donde otro regatista, Ángel Gutiérrez, dirigía la Escuela de Vela de la Diputación de Guadalajara) había un velero de la clase soling que se estaba usando en las prácticas de los alumnos. Los deportistas hablaron con la Federación Gallega de Vela (FGV), la entidad se reunió con Lamas, y la Xunta negoció con el Gobierno de Tomey un contrato de cesión en comodato, por el que los competidores de élite podrían disponer de la embarcación para sus entrenamientos.

La semana que viene vendrán de la Diputación a ver si vale la pena llevárselo

El barco, de ocho metros de eslora, adquirido de segunda mano por la Diputación en 1989 con la esperanza de que lograse clasificarse para los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, no superó las pruebas y quedó relegado a la docencia. Siete años después, el velero Guadalajara, puerta abierta "estaba en bastante mal estado", recuerda Castor Maciel, gerente de la federación gallega, "pintado por abajo con patente, una capa que se aplica en los barcos de aprendizaje para evitar incrustaciones en el casco". "Para entendernos: era como un coche de autoescuela frente al bólido de Fernando Alonso".

Los propios regatistas fueron quienes transportaron el soling desde Guadalajara, lo prepararon para la competición y entrenaron en él hasta que este tipo de embarcación quedó fuera de las categorías olímpicas. "Entonces, el velero perdió todo su valor [Tomey lo había comprado por cuatro millones de pesetas]", sigue el gerente, "estuvo dos años parado, y como nos daba pena no usarlo se lo ofrecimos a varias escuelas de vela. Primero estuvo un año en la de Oza (A Coruña) y luego pasó a la de O Grove". Ahora está "bastante mejor conservado que cuando vino", defiende Maciel, "pero no creo que nadie ofrezca más de 300, como mucho 1.000 euros por él... Creo que sale más caro llevarlo de vuelta".

Maciel asegura que la FGV guarda copia del contrato de cesión temporal pero que aún no la han encontrado. Por eso no sabe precisar por cuánto tiempo le fue cedido a Galicia el barco. La Diputación de Guadalajara, ahora en manos del PSOE, descubrió en septiembre, haciendo inventario, que entre sus bienes faltaba el velero que había botado con toda la pompa Tomey. No existe rastro, en la Administración provincial, de ningún documento de venta, cesión o desguace, pero tras algunas consultas se supo que el velero estaba en Galicia. La Xunta, después, lo localizó a través de la FGV en O Grove. La semana que viene, vendrán de Guadalajara a valorar si compensa recuperarlo, pero, mientras, allá se ha convertido en arma arrojadiza de épocas preelectorales.

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