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Reportaje:SINGULARES | Julián Salazar Sobera, el máximo cotizante de la Seguridad Social

"No me apetece jubilarme"

El director del hotel Moderno, en activo con 89 años, trabaja desde hace 66

Un hombre récord junto a la Puerta del Sol. Se llama Julián Salazar Sobera. Tiene 89 años y es el español que ha cotizado más tiempo a la Seguridad Social: durante 66 años. Y sigue haciéndolo. "No me jubilo porque no me apetece", asegura con voz firme, aunque entiende que otros sueñen con hacerlo, o se preocupen por los planes gubernamentales para retrasar el momento de empezar a cobrar la pensión. "La vida de cada uno es una cuestión muy particular. Si uno no se lleva bien con el jefe es lógico que esté deseando salir corriendo", plantea. No es su caso.

Salazar dirige el hotel donde empezó a trabajar de botones cuando solo era una pensión. Corría septiembre de 1939, el estreno de una dura posguerra. Con 16 años vino desde el burgalés valle de Mena, frontera con Vizcaya y Cantabria, donde nació en 1921, de la mano de unos primos suyos. Eran socios de la casa de huéspedes que se convertiría en el hotel Moderno, en la calle del Arenal, 2. "Hacía de maletero, de barrendero..., pero nunca me puse el sombrerito de botones porque no me gustaba", relata. "Como los jefes eran muy buenos, me fue muy bien". Tanto que ahí sigue, en la misma calle.

El hostelero comenzó a trabajar en 1939, cuando tenía 16 años
"Llevo dos décadas sin cobrar la pensión y, encima, sigo pagando"
"El mejor huésped es aquel que más consume", afirma
"Las grandes cadenas hacen una competencia desleal"
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Salazar vivió en el hotel durante 30 años, hasta que se casó. Era el encargado, entre otras cosas, de ir a buscar el pan a la tahona, "a las cuatro de la mañana", en los años de la cartilla de racionamiento. Y los fines de semana se acercaba a Pasapoga, la sala de fiestas de la Gran Vía que copaban los estraperlistas. Él se lo podía permitir gracias a lo que ahorraba de vivienda.

Con los años crecieron las responsabilidades. "Mi jefe y yo nos pasábamos horas haciendo planes para mejorar el establecimiento". La decisión de levantar varias plantas al inmueble se convirtió en una pesadilla: una década de obras, entre 1957 y 1967. "Fue una etapa difícil", recuerda. Huéspedes y albañiles compartían el espacio y el Moderno creció por fin, con terrazas incluidas en el nuevo tejado.

Salazar evita cuidadosamente las comparaciones entre el antes y el ahora. Tampoco se anima a jerarquizar las crisis económicas que ha vivido, aunque, eso sí, la de ahora la nota "mucho". Ha mordido cerca de un tercio de la facturación. "La ciudad se ha llenado de hoteles. Hay cadenas de lujo que hacen grandes promociones y tiran los precios porque hay muchas habitaciones vacías. Los clientes exigen como nunca y se van donde le dan la habitación más barata", detalla Salazar. "Las grandes cadenas estropean el gremio. Hacen una competencia desleal y brutal", acusa.

Ante ese panorama, el director del Moderno (tres estrellas y está entre los 30 hoteles madrileños mejor valorados por la web Tripadvisor) mantiene su apuesta de ir por libre. "Es más difícil, pero permite dar un trato diferente, personalizado". "Y cada vez hay menos de esto en cualquier tipo de hotel", presume.

¿El mejor huésped? "El que más consume". ¿Los mandamientos que debe cumplir un buen hotel? "Atención al cliente, limpieza y pequeños detalles". "La primera impresión es muy importante", asegura el director. La pasión con que habla de su tarea explica por qué es un cotizante récord. "Tengo un trabajo cómodo, entretenido y que me gusta. Me aburriría muchísimo si no viniera. Hace que me levante pronto aunque no tenga ganas". Dice que mantiene con sus jefes una relación "de familia".

"Nunca he tenido la tentación de dejar el trabajo", asegura. Su longevidad laboral, la que le ha convertido en el trabajador por cuenta ajena con más tiempo cotizado a la Seguridad Social, le ha valido una distinción del Gobierno regional y la Medalla de Oro del Trabajo. Se la concedieron a finales de 2008, cuando llevaba cotizados 64 años y dos meses. Tiempo después se la entregó el ministro Celestino Corbacho. "Le di las gracias, claro, pero le dije que, además de la medalla, a ver si me devolvía lo que me debía, porque llevo más de 20 años sin cobrar la pensión a la que tengo derecho..., y encima sigo cotizando", cuenta entre sonrisas.

-¿Qué le contestó el ministro de Trabajo?

-Me dio un abrazo, pero no la pasta. Seguro que serían unos milloncejos.

Salazar habla más en pesetas que en euros, pero eso no quita para que siga al día la cotización del dólar: influye en su clientela, procedente en gran medida de Latinoamérica. Internet parece lo único que se le resiste, pero en parte por una cuestión de carácter: "No tengo paciencia, y es la máquina la que manda".

Con una salud a prueba de bomba -solo ha pasado un día en el hospital- que le permite mantener un moderado consumo de alcohol -una copa de Rioja antes de la comida y una de whisky de postre- mantiene el mando en plaza.

-Ya hemos acabado, ¿no?

La pregunta no admite réplica y él se va derecho hacia recepción.

Julián Salazar Sobera en el hotel Moderno, del que es director.
Julián Salazar Sobera en el hotel Moderno, del que es director.ÁLVARO GARCÍA

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