El último de la fila
La visita de Rajoy a Melilla es más una exhibición patriotera que defensa del interés de España
El presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy, viajó ayer a Melilla un mes después de la crisis en las relaciones de España con Marruecos a cuenta de unos incidentes fronterizos nunca aclarados. Antes que Rajoy, y en el momento de mayor tensión, lo precedieron en la fila el responsable de Comunicación de su partido Esteban González Pons y el ex presidente Aznar. En cada caso, y ante las protestas marroquíes, los dirigentes populares han alegado su derecho a visitar cualquier punto del territorio español.
Está fuera de duda que gozan de ese derecho, pero constituye un inaceptable ejercicio de fariseísmo invocarlo con estudiado gesto de candor cuando lo que han buscado los dirigentes populares es un simple rédito electoral, para lo que cuentan de antemano con la torpe y previsible reacción marroquí y con las dificultades del Gobierno para competir en ese terreno. Por cierto, las mismas dificultades que encontraría Rajoy en el caso de llegar a La Moncloa y enfrentarse a una oposición que tuviera su comportamiento de ahora.
El manejo de las relaciones con Marruecos para fines de política interna tal vez resulte rentable para el Partido Popular, pero no para Melilla. Lo que Rajoy y su equipo parecen incapaces de entender es que presentarse el Día de la Españolidad en la ciudad autónoma no contribuye a reforzarla, sino a estimular la reivindicación marroquí y a transformar gratuitamente un parsimonioso contencioso histórico en un problema acuciante. Y si lo entienden es, incluso, más revelador, porque significa que anteponen sus intereses electorales a los de la ciudad autónoma.
La visita de Rajoy a Melilla plantea las relaciones con Marruecos en el terreno de las estériles exhibiciones de patrioterismo, no en el de la defensa eficaz del interés de España. Esa defensa exigiría del principal partido de la oposición que interrogase al Gobierno español sobre la respuesta dada a las notas marroquíes protestando por supuestos incidentes en la frontera de Melilla este verano, de los que nadie ha ofrecido una explicación. No es ignorando el contenido de esas notas ni declarándolo falso por el simple hecho de que proceden de Marruecos como mejor se defienden los intereses españoles, ni tampoco los de Melilla. Lo que esperan los aliados es que España sea un factor de estabilidad en una zona de alto riesgo como es el Estrecho, no que se erija en campeona del patrioterismo frente a Marruecos.
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