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Entrevista:Ola de incendios

"Estamos muy tranquilos, él no lo hizo"

La familia de Rafael Alvariño, detenido por el incendio de Fornelos, defiende su inocencia

La detención de Rafael Alvariño, O Racha, de 62 años, como presunto autor del incendio de Fornelos de Montes en que murieron los brigadistas Rodrigo Amo y Julio Martínez ha caído como una pesada losa que ayer generaliza los silencios entre el vecindario. "Estamos muy tranquilos, él no pudo hacerlo porque estaba casa. Sabemos que es inocente", responde un hombre joven a la puerta de la casa familiar de Rafael Alvariño, en el barrio de Rial, donde conversa un grupo de allegados.

La presencia del periodista ha roto la tertulia del grupo, todos con caras de circunstancias. La esposa del detenido, María Vidal, dice las últimas palabras, que disuelven la reunión antes de cerrar la puerta tras sí: "Mañana [por hoy] hablaremos. Mañana se aclarará todo", asegura. "Esto no tiene ni piés ni cabeza, mañana se verá", concluye.

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La casa familiar de O Racha se halla a unos 300 metros del límite que alcanzó el incendio por el lado de la población. Un pequeño grupo de casas marca en el barrio una especie de punta de lanza que fue la única amenazada por las llamas, según el rastro negro de la superficie calcinada. Parecen abandonadas, por la calle no se ve un alma. Solo una de estas cuatro casas fue preventivamente desalojada, y tampoco responde nadie a las llamadas a la puerta. El riesgo para estas viviendas fue, con todo, relativo, afirma después un vecino del interior del barrio "porque el viento soplaba en dirección contraria, hacia el monte", donde se apostó la brigada de Gondomar en que formaban Rodrigo Amo y Julio Martínez.

Se admite que "seguramente" los fuegos que se desataron en esa semana de agosto fueron provocados, "quizás" por mano de algún vecino. Pero las consecuencias homicidas que tuvo el provocado la noche del día 12 cierra todas las bocas a cualquier comentario que pueda dar pábulo a la tropa de periodistas que peina el lugar a la caza de cualquier atisbo. "Aquí ya no se trata de la provocación de un incendio, sino de la muerte de dos personas, y eso son palabras mayores", razona la única persona que responde entre la clientela de uno de los bares del centro de Fornelos. Los demás, como actores de un sketch cómico que hubieran ensayado miran cada cual para otro lado, desentendiéndose de todo.

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Los portavoces políticos locales expresan "sorpresa" por la detención de Alvariño, al igual que la media docena de vecinos que abordó este periódico en busca de reacciones. Nadie se moja. No inculpan al detenido, pero tampoco, valga la expresión, ponen la mano en el fuego por él. "A saber lo que pasa por la cabeza de una persona", se escuda una vecina.

También hay memoria de algunas de sus arroutadas, "pero eso no quiere decir nada". Francisco Rodríguez, presidente de la asociación de cazadores, descarta de plano que en la declaración del fuego hubiera podido mediar una venganza por motivos cinegéticos, "ni en su caso [O Racha abandonó la asociación hace cuatro años] ni el de ningún otro socio: no hemos tenido ningún tipo de problemas", concluye Rodríguez.

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