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Crónica:música
Crónica
Texto informativo con interpretación

Poderoso Morente

El cantaor granadino triunfa en el Festival de La Unión, que cumple medio siglo

Enrique Morente ha sido y es un gran maestro. Resultaría absurdo e injusto discutirlo a estas alturas de su brillante carrera. Ha renovadoel flamenco, y ha buscado, en su riqueza formal y semántica, nuevos ángulos que han alumbrado una nueva dimensión del arte jondo. Sin embargo, su excesivo barroquismo, sus destellos -no siempre resueltos con igual fortuna- a veces cansan porque los vemos como una voluntad de estilo que se mira excesivamente en un espejo narcisista.

Pero todo esto queda para la futura historia del flamenco y sus hermeneutas. La realidad es que Morente, acompañado y muy arropado por su grupo de guitarras, voces y percusión, concretó una excelente actuación la noche del pasado viernes en la segunda gala de la 50ª edición del Festival Internacional del Cante de las Minas, que no ha ahorrado esfuerzos este año para traer a grandes figuras.

El Ballet Nacional de España, también muy vinculado a La Unión, abrió las galas del Festival con esa obra maestra de la danza clásica española que es El Café de Chinitas, resultado de la colaboración entre el director de la compañía, José Antonio, y el pianista y compositor Chano Domínguez. El montaje renueva por completo el espectáculo del mismo nombre estrenado en Estados Unidos en 1943 por La Argentinita. Una obra que simboliza la intolerancia ante la libertad y la pasión por la vida.

El cantaor granadino recreó su espectáculo habitual, iniciado por tonás -formando círculo ritual en el escenario con todo su grupo- y acabó igual, de pie, pero por bulerías. Le siguieron los homenajes a Picasso y Miguel Hernández, o temas de El pequeño reloj. Y su visión tan personal, y al mismo tiempo honda, de la siguiriya, además de otros cantes: cantiñas -con la inclusión de una jota por alegrías-, tientos o la malagueña de Chacón. Y, finalmente, un pequeño apunte de aires mineros.

Como siempre que canta Morente se producen dos fenómenos. De un lado, una general rendición del público, sobre todo del joven, a su genio; de otro, una minoría de entendidos que mantiene la vieja polémica sobre si es o no legítima su manera de entender el flamenco. Morente, muy unido a La Unión y a su festival desde muy joven, devuelve agradecido ese constante reconocimiento -el festival no ha cesado de homenajearlo y de invitarlo a sus galas estelares- y se entrega con acierto, lo que hizo que interpretara los palos de su habitual repertorio con veterana solvencia, de forma poderosa.

El cantaor Enrique Morente, durante su actuación en la noche del viernes.
El cantaor Enrique Morente, durante su actuación en la noche del viernes.EFE

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