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Santes Creus 'estrena' tres tumbas reales restauradas

Como nuevas. Las tumbas de los tres reyes que reposan en el panteón de monasterio de Santes Creus (Alt Camp), máximo exponente del patrimonio catalán heredado de la Corona de Aragón, lucen completamente restauradas tras la rehabilitación realizada a instancias de la Generalitat. Un flamante barniz de matices dorados recubre ya las sepulturas de los monarcas Pere el Gran (Pedro III de Aragón, 1240-1285) y su hijo Jaume II el Just (Jaime II de Aragón, 1267-1327), y de la esposa de este, Blanca d'Anjou (1283-1310). También relucen las respectivas lápidas conmemorativas y la única tumba del panteón que no contiene restos de una persona de sangre azul: la del gran comandante del Mediterráneo y principal liberador de la corona del asedio naval de los franceses, a los que batió tras idear enormes ballestas que montaba en parapetos instalados en los barcos, el almirante Roger de Llúria (1245-1305).

Los trabajos han coincidido con el 850º aniversario del monasterio

Los trabajos, dirigidos por el Departamento de Cultura en colaboración con científicos e investigadores de la Universidad de Barcelona, la Autónoma y la de Valladolid, se han efectuado con motivo del 850º aniversario de la construcción de este monasterio cisterciense. La restauración añade una luz nueva al recinto, pero también permitirá estudiar las piezas y los restos hallados mediante técnicas de láser y análisis de imágenes en tres dimensiones. Estas deberían aportar más detalles sobre los rituales funerarios de la época y, con suerte, de la biografía de los ilustres difuntos. Los trabajos propios de la rehabilitación ya han demostrado que la policromía que recubre sus paredes es la original, conservada de forma casi intacta desde que fue pintada en 1307 por el pintor leridano Arnau de la Torre.

El panteón real lo promovió el previsor monarca Jaume II, quien empezó a diseñar el futuro habitáculo de su tumba en 1291, cuando le quedaban casi 40 años de vida. En realidad, lo planificó como un honroso destino para los restos de su padre, fallecido seis años antes. La sala, que se empezó a construir a finales del siglo XIII y se concluyó a mediados del siglo siguiente, es el único monumento funerario de la corona que ha llegado intacto hasta nuestros días. Los restos de Pere el Gran, por ejemplo, son los únicos despojos de esta dinastía que nunca han sido profanados, y también son analizados por la Generalitat.

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