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Un nuevo pasillo verde sobre las vías del suburbano

El trayecto entre Campamento y Empalme, ya soterrado

Juan Diego Quesada

Jaime se asomó al balcón del piso que estaba a punto de comprar en la calle del Tembleque, en el corazón del distrito de Latina, y vio el metro, entonces la línea del suburbano, trotando entre los raíles. "No se preocupe", le tranquilizó el vendedor, "lo van a soterrar en breve". Transcurrieron 35 años y solo desde ahora una larga avenida de árboles cubre las vías del metro entre Campamento y Empalme. Donde antes había hierros y gravilla ahora aparecen a la vista cedros y bancos resguardados bajo pérgolas.

En todo ese tiempo Jaime, que estuvo a punto de perder el juicio por el ruido que provocaban los trenes, probó primero con tapones en los oídos, después con fármacos y por último con el yoga. Sin embargo su "mejor medicina" ha resultado ser que se escondan bajo tierra las vías del suburbano. Para el Ayuntamiento, que ha financiado la obra, supone resarcir a los vecinos de este barrio y cerrar una "herida histórica" abierta hace medio siglo.

"Es un cambio brutal. Por fin ha llegado la tranquilidad", rezuma con el sosiego de un monje tibetano. La obra, inaugurada ayer, también conecta dos partes del barrio que solo estaban enlazadas por un puente peatonal entre Tembleque y la avenida del Padre Piquer. "Se ha hecho una cosa magnífica", no para de decir un hombre que recorre de un lado a otro el parque y le va explicando a la gente las ventajas del lugar. ¿No será usted un jaleador contratado por el Ayuntamiento? "No", advierte mientras se atusa un fino bigote, "tan solo admiro las cosas bien hechas. Fíjese que remates en la calzada".

Se ha creado además un pasillo verde de 17.000 metros cuadrados. Sin embargo, ahora que pega el sol con fuerza, no se veía un alma en el nuevo parque. La razón es sencilla, los cedros plantados no levantan un palmo del suelo. Imposible encontrar una sombra donde cobijarse. "En un año habrá fresco", interviene Antonio el jardinero.

Han incluido también tres pistas de petanca y dos zonas infantiles. A lo que hay que sumar la instalación de 59 farolas, 28 papeleras y 49 bancos. Los asientos tienen delante unos pedales para ejercitar las piernas. "Vamos a hacer un tour a ninguna parte", bromeaba un jubilado.

No solo se han cubierto los raíles, sino también 65 metros de tendidos aéreos, tres postes y ha sido eliminada la subestación eléctrica, construida ahora bajo rasante. Es la que proporciona alimentación eléctrica a varias manzanas. Las obras, que comenzaron a finales de 2008, han costado 11 millones de euros. El hombre del bigote, a mediodía, seguía impresionado por la magna reforma. "Han creado un pulmón en el barrio. Y columpios para los niños", comentaba a una mujer que cargaba las bolsas de la compra.

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Sobre la firma

Juan Diego Quesada
Es el corresponsal de Colombia, Venezuela y la región andina. Fue miembro fundador de EL PAÍS América en 2013, en la sede de México. Después pasó por la sección de Internacional, donde fue enviado especial a Irak, Filipinas y los Balcanes. Más tarde escribió reportajes en Madrid, ciudad desde la que cubrió la pandemia de covid-19.

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