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Columna
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Balones fuera

Es bastante común al incorporarse a la tarea de gobernar denunciar que la situación real es peor de lo previsto. Recientemente escuchamos a los nuevos gobiernos de Hungría o Reino Unido interpretar esta partitura, si bien, en ambas ocasiones el contexto es tan inestable y la crítica tan intensa, que incluso los intérpretes se vieron obligados a moderar sus discursos ante la desconfianza y riesgo generados. Este comportamiento busca obviar compromisos electorales realizados sin realismo y encontrar culpables que eviten la asunción de responsabilidades propias.

Un ejemplo claro de esta estrategia de echar balones fuera lo encontramos en Galicia. El Gobierno de Feijóo empleó los primeros meses en responsabilizar al Gobierno anterior del incumplimiento de sus propios compromisos. De este modo, los señuelos electorales del PPdeG para resolver la crisis en 45 días, reducir el desempleo, bajar los impuestos a más de 600.000 gallegos, reducir las listas de espera o hacer de la obra pública la palanca de reactivación económica, pasaron a mejor vida. Claro que, el relatorio de maldades procedentes de la gestión del Gobierno anterior no es sostenible de forma indefinida. Transcurrido más de un año y aprobado y en vigor un nuevo presupuesto, responsabilizar de la situación actual a la herencia recibida resulta cada día menos creíble.

Empeñada en borrarse de la foto de la crisis, la Xunta no desvela su política social y económica.

Así, cuando empieza a calar en la sociedad gallega la falta de iniciativas y propuestas del Gobierno autónomo ante el mayor volumen de desempleo de la historia de Galicia, ante la reducción del diferencial de crecimiento que nos permitió converger con España y Europa la legislatura pasada, ante la pérdida del efecto positivo de anteriores años Xacobeos o ante el deterioro de nuestra sanidad y educación, se busca un culpable externo, el Gobierno de Zapatero. De esta manera, el Ejecutivo gallego pretende eludir su responsabilidad y focaliza la crisis sobre el presidente de España.

Asignado el papel de culpable, el siguiente paso es oponerse a cualquier medida de ajuste sin desvelar la alternativa conservadora. Esta ocultación de su estrategia, o bien revela la carencia de una propuesta y un proyecto solvente, o bien obedece a la necesidad de ocultar decisiones que, bajo el paraguas de la crisis y la reducción del déficit, abrirían la puerta a la privatización de servicios públicos, al deterioro del sistema de bienestar y a la necesidad de complementar la cobertura social con aportaciones privadas.

Así, mientras irresponsablemente la oposición conservadora se instala en el "cuanto peor, mejor" y niega cualquier acuerdo, el Gobierno socialista, con los aciertos y errores propios de quien toma decisiones en un contexto cambiante, intenta orientar las políticas de ajuste y reforma a la preservación del sistema de bienestar, a la reestructuración del modelo financiero para incrementar su solvencia o a la flexibilidad el mercado laboral para crear empleo estable y productivo.

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En Galicia, el Gobierno de la Xunta replica la estrategia de oposición. Así, en contraposición con el incremento del déficit y la deuda española derivado de las políticas de reactivación económica y de cobertura social, Feijóo intenta convertir la reducción del déficit en su único programa frente a la crisis y afirma que no cargará sobre las generaciones futuras las decisiones presentes. Sin embargo, incrementó la deuda pública más de un 23% el pasado año alcanzando los 4.800 millones de euros, prevé para 2010 el mayor volumen de endeudamiento desde que existe la Xunta y anuncia un programa de inversión de 3.000 millones de euros de colaboración público privada. Dicho programa, además de privatizar servicios públicos como la sanidad, nos obligará a pagar durante 20 años no sólo intereses del capital sino beneficios empresariales, eso sí, sin dar cuenta al Parlamento de Galicia y sin computar oficialmente como déficit un incremento de la carga futura del 60%.

El Gobierno de la Xunta, empeñado en desaparecer de la foto de la crisis y hacer oposición a Zapatero, mantiene una actitud irresponsable sin desvelar sus propuestas en política social y económica. Mientras tanto, como resultado de su gestión, percibimos las consecuencias de su agenda oculta. Así, disminuye en más de 100 millones de euros el presupuesto de sanidad con el consiguiente incremento de las listas de espera, privatiza servicios públicos básicos, reduce la inversión en educación, el esfuerzo en I+D y el presupuesto de nuestras universidades, caen los recursos para políticas activas de empleo y se paralizan las inversiones productivas. En su estrategia escapista de echar balones fuera, se está olvidando de que la responsabilidad y las competencias en el equipo que formamos los gallegos y gallegas, por más que intente evitarla, es suya.

María José Caride es diputada del PSdeG y ex conselleira de Política Territorial

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