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Onofri y las hermanas Labèque electrizan en el Festival Mozart

Enrico Onofri dirige sin batuta, con gesto más dislocado que nervioso y tempos rápidos apresurados que denotan su línea historicista. La Sinfónica de Galicia, cuyos músicos debieron de sufrir en los ensayos, fue otra vez el pasado sábado el mejor instrumento para Mozart, único compositor del concierto.

Tocando con gran precisión, color y musicalidad, hicieron su mejor versión de la Sinfonía nº 40. Onofri supo extraer todo el dramatismo de la partitura, destacándolo desde las modulaciones del Molto allegro. Luego llegó el precioso contraste entre la serenidad del Andante y la delicada viveza del Trio con el bellisimo timbre de las maderas. La versión de la Sinfonía nº 1, que abría programa, marcó otro sutil contraste, estilístico en este caso.

El Concierto para dos pianos tuvo una versión de referencia en la Orquesta Sinfónica de Galicia y las hermanas Labéque, que demostraron por qué son consideradas mundialmente como uno de los mejores dúos de piano. Su perfecta compenetración trasciende del detalle técnico -escalas compartidas de perfecta sincronización e idéntico color- a la comunión de concepto.

Tres ejemplos: las preciosas disonancias y delicada elegancia en dinámica y fraseo del Andante; el contraste entre la brillante cadenza del Allegro inicial y la quietud dialogada de la del Rondó final; y, por último, la increíble propina de Ravel, con su viaje de la inicial sutileza neblinosa al rutilante brillo final. Realmente electrizante.

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