Padres del siglo XXI
Los cambios sociales en una sociedad democrática acaban, antes o después, teniendo su reflejo en las leyes. Es el caso de la custodia compartida de los hijos tras la separación de sus progenitores. Las Cortes de Aragón aprobaron el viernes una ley que convertirá este antes polémico modelo en el régimen preferente atendiendo al bien supremo del menor, para cuyo desarrollo se considera más idóneo y positivo que cuente tanto con la figura materna como con la paterna.
La demanda de este régimen familiar solo la reclamaban hace 20 años padres varones. La mayoría de las mujeres y la práctica totalidad de las asociaciones feministas la rechazaban por sospechar que se trataba casi siempre de burdas triquiñuelas de maridos despechados que nunca se ocuparon de sus retoños para vengarse de sus esposas o ahorrarse las pensiones de manutención.
La realidad del siglo XXI es muy distinta. Las asociaciones de padres separados son mixtas y grupos feministas defienden la custodia compartida siempre que sea posible. En la medida en que la sociedad se ha abierto a la igualdad y los padres se han comprometido en el cuidado de los hijos, han cedido aquellas reticencias, que acababan siendo una frustración adicional para los hijos de los separados.
La reforma de la ley del divorcio de 2005 incorporó la custodia compartida, pero exige el acuerdo del fiscal y tiene carácter extraordinario. Aragón la convierte en el régimen preferente. Cataluña y la Comunidad Valenciana serán probablemente las próximas en abrirse a la nueva realidad y Vizcaya ha instado al Gobierno a que siga los mismos pasos a escala nacional. El Ejecutivo de Zapatero debería recoger el guante y abrir cuando menos una reflexión. Las custodias compartidas son cada vez más frecuentes, aunque perdura la inercia de otorgarlas en exclusiva a la madre; una inercia que ayudarán a romper las nuevas normas.
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