"Perdí el control"

Cuando Fernando Verdasco llega al club de Roland Garros ya sabe que su voz se ha escuchado en los telediarios y ya algún amigo residente en Francia le ha mandado un mensaje al móvil preguntándole qué ha pasado. Este es el resumen. Final del torneo de Niza. El francés Richard Gasquet se enfrenta el sábado al número nueve. Es 3-6, 7-5 y 4-3 para el español en el marcador; tierra lenta, lentísima como escenario; grada fiera, fierísima como banda sonora; y Verdasco que abre la boca sentado en su banco durante uno de los descansos: "Se ha jugado 10 bolas y las 10 le han entrado, 10 de 10. Su puta madre, su puta madre, hostia, puto francés de mierda, su puta madre", le graban diciendo los micrófonos. "El peor público del mundo", resuena en otro momento. "Los putos franceses de los cojones...". Luego, la derrota: 6-3, 5-7, 7-6 (5) y, de noche, el viaje a París. Y por último, ayer, las explicaciones de un hombre que ahora se medirá al examen del público de Roland Garros.

"Había un espectador que me decía de todo, que me insultaba", explica el madrileño

"Había un espectador que me decía de todo, que me insultaba", le argumenta a este diario Verdasco mientras espera al coche que le llevará a su hotel. "Hice una doble falta, se levantó y se puso a celebrarlo. Cuando hablaba del francés me refería a ese, al espectador", prosigue. "Me calenté. Le señalé y hablé de él. No supe controlar los nervios. Es un error, un calentón. Se me fue de las manos, se me fue el control. Lo siento, porque no era mi intención". ¿No se refería a Gasquet? "Nada contra Gasquet", contesta el madrileño. "Nos llevamos bien, hay buena relación, hasta nos tenemos como amigos en el Facebook", cierra Verdasco, puro fuego durante la temporada de tierra, que le ha visto coronado en Barcelona y finalista en Montecarlo.

Niza vivió una tarde apasionada. Sobre el albero, Gasquet y Verdasco se dieron de lo lindo, violento y bello el intercambio de golpes. Pitaba, silbaba y aplaudía el gentío. "¡Richard!", gritaba en apoyo de su tenista el público. Se oían palmas rebotando contra la chapa de las publicidades y se veía a Jean Gachassin, el presidente de la Federación francesa de tenis, descamisado y con la garganta pelada, un aficionado más, en pie tras cada punto de la tercera manga.

Llega entonces una doble falta de Gasquet: "Me gusta, me gusta, me gusta", dice Verdasco, que anima irónicamente con sus brazos a la grada mientras escucha pitos y palabras gruesas. "Fernando, yo controlo, paz, por favor", le dice Carlos Bernardes, el juez de silla, ante su reacción. El madrileño se gana inmediatamente una jugosa situación de riesgo (iguales sobre saque de Gasquet), y estalla: "¡Joderos, joderos!". Inmediatamente, punto de break a su favor: "¡A ver ahora quién tiene más cojones!".

"Y el público venga a pitar todo el rato", recuerda un día después Verdasco tras cancelar su entrenamiento con Feliciano López y buscar al doctor Cotorro, el médico de la Federación, la espalda marcada por el atracón de 20 partidos jugados en arcilla y el espíritu tocado por la final perdida. "En general, se comportaron muy mal conmigo", prosigue el madrileño. "Todos me pitaban y gritaban cada vez que cometía un error. Incluso algunos franceses se me acercaron tras el partido y me dijeron que el público había estado muy feo".

Logrado el triunfo, Gasquet habló de una hazaña. "Ha sido increíble. No pensé que pudiera remontar. Me vi muy lejos de la victoria. Recordaré este partido el resto de mi vida", resumió. No será el único. Verdasco ya se prepara para jugar en París, donde debuta mañana contra el ruso Igor Kunitsyn. Una cosa es segura: el público francés no olvidará la final de Niza.