_
_
_
_
_

Gordon Brown tira la toalla

El primer ministro dejará el liderazgo laborista para facilitar un pacto con Clegg - Los 'tories' ofrecen a los liberales un referéndum para cambiar la ley electoral

Gordon Brown tiró ayer la toalla y anunció su próxima renuncia al liderazgo del Partido Laborista. Su dimisión, que será efectiva a más tardar en otoño, cuando el congreso del partido acoja a un nuevo líder, es un desesperado intento de los laboristas para evitar que el liberal Nick Clegg llegue a un acuerdo de Gobierno con los conservadores que lleve a David Cameron a Downing Street. Laboristas y liberal-demócratas acordaron abrir negociaciones formales para buscar un acuerdo, al tiempo que siguen en marcha, en paralelo, las que desde el viernes mantienen estos con los tories.

El anuncio tuvo un efecto inmediato en el Partido Conservador. Uno de sus hombres fuertes en la negociación, William Hague, anunció tan sólo dos horas después que están dispuestos a aceptar, "como última oferta", someter a referéndum la introducción del sistema electoral llamado Voto Alternativo, que se considera el mínimo aceptable por los liberal-demócratas, si llegan a un acuerdo de Gobierno. Aunque no introduce la proporcionalidad a la que aspiran los liberal-demócratas, este sistema suaviza las injusticias del actual porque cada diputado ha de obtener la mayoría absoluta para ser elegido, no la mayoría simple.

El nuevo líder saldrá del congreso laborista previsto para otoño

El anuncio de Brown se había producido menos de una hora después de que los liberal-demócratas explicaran que su grupo parlamentario quiere "clarificar" las ofertas de los conservadores en varias áreas clave relativas a la financiación de la educación, equidad fiscal y la citada reforma electoral.

A las cinco de la tarde, Brown leyó una breve declaración a las puertas de Downing Street. El primer ministro subrayó que Reino Unido tiene un sistema parlamentario, no un sistema presidencialista, y que en las elecciones del 6 de mayo ningún partido obtuvo la mayoría absoluta.

Explicó que los liberal-demócratas le han pedido la apertura de conversaciones para buscar un acuerdo de Gobierno y que así se va a hacer. "Porque", dijo, "creo que es del interés del país formar una mayoría progresista". "La razón por la que tenemos un Parlamento sin mayoría es que ningún líder fue capaz de conseguir el apoyo completo del país. Como líder de mi partido, tengo que aceptar que eso también me afecta a mí. En consecuencia, voy a pedir al Partido Laborista que ponga en marcha el proceso para elegir nuevo líder", anunció. Esa marcha se hará efectiva, a más tardar, a principios de octubre.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

La dimisión de Brown elimina el mayor obstáculo que había para que los liberal-demócratas pudieran aceptar un acuerdo con los laboristas. Pero eso no significa que un acuerdo Lib-Lab sea ahora lo más probable. Aunque la mayoría de la militancia liberal se siente más a gusto pactando con los laboristas que con los conservadores, la aritmética salida de las urnas hace más factible un acuerdo con los tories porque juntos sumarían 364 escaños, ampliamente por encima de los 326 que marcan la mayoría absoluta.

Laboristas y liberales sumarían 315, y necesitarían sumar los escaños de otros varios grupos: independentistas escoceses (8), nacionalistas galeses (3), unionistas del Ulster (8), socialdemócratas de Irlanda del Norte (3) y/o verdes (1). Ideológicamente sería un gobierno más cohesionado, pero parlamentariamente puede ser muy difícil de manejar.

En un país en el que la prensa apoya mayoritariamente a los tories y que ha sido especialmente hostil hacia los laboristas, y en particular hacia Brown, la posibilidad de que Cameron no sea finalmente el primer ministro puede crear un ambiente de gran crispación. Aunque nadie ganó las elecciones, porque nadie consiguió la mayoría absoluta, los conservadores se consideran con derecho a formar gobierno porque fueron el partido más votado el 6 de mayo y el que más escaños consiguió.

El hecho de que ese gobierno arcoiris pueda tener una mayoría de escaños y el 56% de los votos (52% entre laboristas y liberales y otro 4% los partidos nacionalistas) no les impediría presentar ese posible Gobierno como "coalición de los perdedores".

Un problema adicional es que ese Gobierno estaría encabezado por un político que no se ha presentado en las recientes elecciones como candidato a primer ministro, por lo que muchos consideran que no estaría legitimado por las urnas. Es una acusación que ya recayó sobre Brown cuando sustituyó a Tony Blair en 2007, aunque ya se había dado el mismo caso en 1990, cuando John Major reemplazó a Margaret Thatcher, y, en 1963, cuando Alec Douglas-Home sustituyó a Harold Macmillan.

La marcha de Brown pudo empezar a decidirse el domingo, cuando se reunió durante más de una hora con Nick Clegg en el Foreign Office, donde acudieron por una puerta trasera para no ser vistos por la prensa. Los rumores se acentuaron al saberse que figuras importantes del laborismo se habían visto también en secreto con varios líderes liberales.

Gordon Brown anuncia delante del 10 de Downing Street su renuncia a liderar el Partido Laborista.
Gordon Brown anuncia delante del 10 de Downing Street su renuncia a liderar el Partido Laborista.REUTERS

Dos hermanos por la sucesión

El laborismo puede vivir una lucha fratricida por la sucesión: es seguro que David Miliband, actual ministro de Exteriores, se presentará como candidato y es posible que también lo haga su hermano Ed, responsable de Medio Ambiente. David ha sido tradicionalmente uno de los protegidos de Tony Blair, mientras Ed, más a la izquierda, ha crecido a la sombra de Brown.

Otros candidatos posibles son la actual líder adjunta, Harriet Harman, que ganó las elecciones internas a ese cargo contra pronóstico. En aquella batalla derrotó a Alan Johnson, ministro del Interior, y antes muchas otras cosas, al que la prensa siempre señala para el liderazgo laborista aunque él siempre se desmarca. Otros candidatos posibles son Jon Cruddas, a la izquierda del Nuevo Laborismo pero dentro de un orden; Ed Balls, ministro de Educación y mano derecha de Brown desde siempre; Andrew Burnham, joven ministro de Sanidad, y quizás el sobrio Alistair Darling, cuyo prestigió ha subido enteros al distanciarse de Gordon Brown en ciertos momentos durante su gestión al frente del Tesoro.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_