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Reportaje:ESPECIAL CRUCEROS

En la estela de Simbad

La ruta de las especias, en versión crucerista. Una exótica travesía de Singapur a Dubai, parando en Tailandia y la India

No es necesaria una nueva (e imposible) caída de Constantinopla para embarcarse en otra moderna ruta de las especias. Al menos, para llegar a imaginar en parte la gesta marítima que iniciaron los portugueses tras cerrarse el camino comercial de Oriente por la actual Estambul hace más de cinco siglos y medio. Los cruceros que dan la vuelta al mundo cuestan mucho dinero y tiempo, cosas nada fáciles de juntar. Pero los segmentos de apenas dos semanas dentro de las travesías totales pueden ser asequibles y la forma más barata de visitar muchos lugares sin cambiar de hotel. Singapur-Dubai es el penúltimo capítulo del trayecto del Queen Victoria, uno de los barcos emblemáticos de la naviera Cunard. Un viaje siguiendo la estela de Simbad, el aventurero de Las mil y una noches. Antes de llegar a Singapur desde China, Vietnam y Tailandia, el crucero pasa a estribor de las islas Molucas, el archipiélago indonesio centro del mundo de las especias en los siglos XV y XVI.

Guía

El crucero

» Cunard (www.cunardcruceros.com; 902 99 99 82; y en agencias) ofrece para 2011 dos vueltas al mundo, con diferentes recorridos, en sus buques Queen Mary 2 y Queen Elizabeth. Las travesías completas duran 104 días (salidas en enero) y cuestan desde 13.937 y 21.135 euros, respectivamente. El trayecto entre Singapur y Dubai (con escalas en Kuala Lumpur, Penang, Langkawi, Cochin, Bombay y Muscat) en el Queen Elizabeth dura 13 días y cuesta desde 1.634 euros por persona (más 286 euros de tasas).

Compras en Singapur

Singapur es un buen comienzo de singladura. Próxima sede de los I Juegos Olímpicos de la Juventud (del 14 al 26 de agosto), aquí no hay señales de crisis económica. Un inmenso edificio, con tres torres y un techo común imitando a un barco, es el último alarde arquitectónico en construcción de los muchos que hay en la bahía de este Estado-ciudad-isla cuyo símbolo es el león. Singapur es un paraíso de tranquilidad y de compras en pista cubierta, con aire acondicionado, para que no moleste el calor. Sólo la inevitable visita al hotel Raffles exige el aire libre.

Kuala Lumpur y Phuket

El Queen Victoria sube después por la costa de Malaisia y atraca en Port Kelang, el puerto más cercano a la capital malaya, Kuala Lumpur. La visita a la KL Towers, una de las torres de telecomunicaciones más altas del mundo, permite ver no sólo las impresionantes Torres Petronas, sino también una ciudad pujante gracias al petróleo. Abajo, un mar de motocicletas en un tráfico inmenso.

La tailandesa Phuket ha vuelto a ser un hormiguero turístico tras el tsunami de 2004, pero decepciona su playa de Patong, con aguas oscuras. Por suerte el barco, sin muelle, fondea cerca de la costa donde las aguas sí son azules.

Tres días en pleno Índico

Y rumbo a la India. Tres días de mar que siempre vienen bien para descansar tras las excursiones. Travesía por el golfo de Bengala en la que da tiempo para hacer deporte, leer, bailar, presenciar espectáculos en el gran teatro del barco o no hacer nada, contemplar el Índico... e imaginar. El Queen Victoria, con sus 294 metros de eslora, es lo suficientemente grande como para no dar sensación de agobio y ofrece variedad en la diversión, pero con clase, sin guirigay chirriante alguno.

Tras alejarse de la costa tailandesa surca primero el mar de Andamán, al sur de las islas de Nicobar, y después la suroriental de Sri Lanka, otro centro histórico de las especias. Avistadas a los dos días, las manadas de peces voladores son un espectáculo fascinante.

Cochin y Backwaters

En una jornada más, tras subir ya por la costa suroeste de la India, en el Estado de Kerala, arribamos a Cochin, puerto clave de la ruta de las especias, primer asentamiento colonial europeo en el país. Allí murió de malaria el legendario Vasco da Gama en 1524. Había llegado a la India por primera vez en 1498 unos kilómetros más al norte, a otra de las ciudades clave para el comercio, Calicut (hoy Kozhikode).Merece la pena ir a Backwaters, los canales del sur, una Venecia india con barcos-hoteles espectaculares forrados de paja exquisitamente trabajada. Por el camino, en medio de un tráfico para jugarse la vida, aparecen elefantes.

Inmensa Bombay

Tras otro día de mar, rumbo norte, pasando por Goa, la última colonia portuguesa, llegada a Bombay. Aún quedan las huellas de los atentados del 11 de julio de 2006. Sigue en obras, por ejemplo, el hermoso hotel Taj Majal, en plena explanada de la espléndida Puerta de la India. Y la inmensa ciudad, de 19 millones de habitantes, con su impactante lavadero público y sus casas medio derruidas al no poder los caseros subir los alquileres a sus inquilinos, que es un continuo pulular de niños pedigüeños, semidesnudos, y vendedores sin futuro.

El mar de Arabia

El mar de Arabia ya no lo recorrieron tan al norte Vasco da Gama ni Pedro Alvares Cabral, pero sí Afonso de Alburquerque, que, en 1508, conquistó el sultanato de Omán a los imanes ibadíes. Portugal lo mantuvo hasta el ataque turco de 1649. Los preciosos fuertes en la costa rocosa, antesala del desierto, son otra muestra de la grandeza portuguesa de antaño. Omán, con el petróleo y el gas en manos perpetuas de la familia del sultán, sin Constitución, es de una perfección aparente. Su gran mezquita, una belleza. El aperitivo del gran teatro de Dubai.

Dubai desde el Burj Jalifa

Aparece el primer símbolo de la crisis que ha azotado el emirato. El Queen Victoria atraca delante de su viejo hermano, el Queen Elizabeth 2, el buque que Cunard vendió en 2007 al Gobierno de Dubai por 75 millones de euros. El plan era convertirlo en otro hotel de superlujo junto a una de las islas artificiales. Pero el barco aún espera su destino varado en la complicada situación general. No se ha terminado The Palm en Jumeirah, aún está en cimientos The World y en pañales The Palm de Deira, proyectada a la altura de la ciudad vieja y la desembocadura del río.

El ritmo de construcción ha bajado al mínimo, pero todo sigue siendo una sorpresa. Desde el Metro, con estaciones casi extraterrestres, hasta la playa, que no desmerece al mejor Caribe, pasando por los suntuosos centros comerciales con estación de esquí incluida. Ahí está el Burj al Arab, el emblemático edificio en forma de vela al que se ha unido el Burj Jalifa, el más alto del mundo, con 828 metros. Abruma subir hasta el piso 124. En Dubai, pese a los problemas, casi nada deja de impactar.

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