Sangre siempre fresca en Gaza
En la historia universal de la infamia contemporánea, Gaza ocupa uno de los primeros lugares junto al gueto de Varsovia, Soweto y la Ciudad de la Alegría de Calcuta. La franja de Gaza -sé de lo que hablo, he estado allí varias veces- es una pesadilla: un erial de basuras, escombros, chabolas y edificios acribillados donde se apiñan, cercados por tierra, mar y aire por el Ejército más poderoso de Oriente Próximo, un millón y medio de seres humanos desesperados. Llámenlo como quieran: campo de refugiados, gueto, campo de concentración, pudridero en vida.
Joe Sacco ha pasado largas temporadas en Gaza. Nacido en Malta en 1960, con pasaporte estadounidense, Sacco es un reportero de tomo y lomo que, en vez de contar sus historias a través de textos, crónicas radiofónicas, piezas televisivas o documentales cinematográficos, lo hace a través de tebeos. Sí, tebeos, historietas, novelas gráficas, cómics, ese género maravilloso con el que mi generación se hizo adicta a la lectura. Pues bien, en 2001 una revista estadounidense les encargó a él y al escritor Chris Hedges un reportaje sobre Gaza. Una vez sobre el terreno, Sacco recordó haber leído algo de Noam Chomsky sobre una matanza de civiles palestinos en Khan Younis, una localidad de la franja, ocurrida en noviembre de 1956. Los dos recogieron testimonios de supervivientes y de ellos se desprendieron imágenes atroces de varones palestinos puestos en fila contra las tapias del lugar y sumariamente fusilados por soldados israelíes. Aquella y otras barbaries anteriores y posteriores, concluyeron los reporteros, sembraron en los corazones palestinos el odio que sentían hacia los ocupantes israelíes. Pero la revista censuró los párrafos del reportaje relativos a aquel episodio, en el que, según un informe oficial de la ONU, perdieron la vida 257 personas.
Notas al pie de Gaza
Joe Sacco
Traducción de Marc Viaplana
Mondadori. Marzo, 2010
418 páginas. 22,90 euros
A Sacco esa "nota al pie de página" de la historia que fue la matanza de Khan Younis ya no se le quitó de la cabeza. En 2002 y 2003 volvió a Gaza. Durante semanas recorrió el minúsculo territorio, habló con mucha gente, se documentó, se enteró de otra matanza de palestinos en 1956 -la de Rafah, con 111 muertos adicionales-, puso a trabajar a investigadores en los archivos de Israel... Y de ahí surgió este libro.
Notas al pie de Gaza es no sólo un gran documental sobre los sucesos de 1956, sino también un reportaje con detenimiento sobre la franja de hoy y sus gentes. El reportero-dibujante se sitúa como protagonista de la acción y va contando tanto la vida cotidiana que comparte con los palestinos como el desarrollo de sus investigaciones y la recreación de las matanzas de Khan Younis y Rafah. Su grafismo, en la estela de Robert Crumb, retrata con vigor y realismo las personas, los escenarios y las situaciones del pasado y del presente. Sus datos son exactos; sus diálogos, auténticos, y su perspectiva humanista, la constante presencia de rostros que miran al lector, otorga a los palestinos esa cualidad de personas que les niega la propaganda israelí. Los ves deprimidos, asustados, encolerizados, deseosos de venganza; también manteniendo inquebrantables su hospitalidad y su sentido del humor.
El uso de la primera persona es muy eficaz para transmitirle al lector la impresión de que está viajando con el narrador. Sacco recorre la franja de arriba abajo, se atasca en los controles militares del ocupante, escapa a tiroteos, asiste a demoliciones por buldóceres israelíes de casas palestinas, ve pasar entierros... En la página 253, un palestino le enseña los agujeros causados en su hogar por las balas israelíes y le cuenta que sus hijos viven aterrorizados. "¡Aquí cada día es 1956!", dice.
Un tebeo puede ser un clásico del periodismo. Ese corresponsal de guerra de nuevo cuño que es Sacco ya lleva varios. Su primer éxito, a mediados de los noventa, fue la novela gráfica Palestina, fruto de una larga estancia en Gaza y Cisjordania. Luego abordó, en Gorazde y El mediador, las guerras balcánicas y, en Chechen War, Chechen Women, los dramas del Cáucaso. Muchos piensan que ha creado un nuevo género: el tebeo de investigación periodística. Su colega Chris Hedges, premio Pulitzer, opina que el trabajo de Sacco prueba que, en un momento en que los medios están recortando en corresponsalías, enviados especiales e investigaciones prolongadas, "el periodismo va a volver a ser lo que fue al principio: una forma de arte". Es una idea interesante.
"Los palestinos", escribe Sacco en el prólogo de esta obra, "no pueden permitirse el lujo de digerir una tragedia antes de que llegue la siguiente". Israel, que en 2005 retiró de la zona a sus colonos, tiene hoy completamente cercada a Gaza y, como ocurrió en el invierno de 2008-2009, la bombardea cuando le place. Los niños, mujeres, ancianos y varones palestinos que mueren en esos ataques son, en el mejor de los casos, "daños colaterales"; en el peor, "terroristas" a exterminar.
Como la sangre no se seca nunca en Gaza, tampoco debería hacerlo la tinta que lo cuenta. A Sacco le preguntan sistemáticamente en Estados Unidos por qué presenta el lado palestino del conflicto y no el israelí. Su respuesta es obvia: porque durante toda su vida, los políticos y los medios de comunicación norteamericanos sólo le han presentado la versión israelí. "¿Qué significa ser objetivo cuando hay un pueblo oprimido y otro opresor?", se preguntaba en una entrevista. "Yo prefiero ser honesto: no todos los oprimidos son ángeles, pero ello no impide que sean los oprimidos".
Vuelve a hablarse de una posible iniciativa de paz de Obama para Oriente Próximo. La reflexión más lúcida que puede hacerse sobre el asunto ya se encuentra en la última viñeta de la página 62 de este tebeo: "La única cuestión es saber hasta dónde piensan los israelíes imponer su victoria o hasta qué punto aceptarán los palestinos la derrota".
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