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Tentaciones
CINE

El prestigio de ser superhéroe

Si un señor de los años cuarenta se hubiese criogenizado hasta el cambio de milenio, cuando abriese los ojos se iba a quedar paralizado del pasmo: lo que cualquier snob se tomaba a pitorreo cuando se acostó, es ahora emblema de prestigio cultural. Tomemos, por ejemplo, a los superhéroes, arquetipos en mallas, idóneos para el actor con bíceps de cemento y expresividad marmórea, dirigidos por cineastas del Poverty Row que daban por buena toda primera toma. Ahora atraen a cachorros de la Royal Shakespeare Company, titanes de la metaficción o promesas de Sundance: Kenneth Branagh va a llevar a las pantallas las aventuras de Thor; Michel Gondry tomará las riendas de The Green Hornet, y a Sam Raimi le han dado una patada en el trasero para entregarle la franquicia de Spider-man a Marc Webb, recién licenciado en el arte de destilar espíritu indie en 500 días juntos.

Pero aún hay más: acaba de aparecer en el mercado español Ultimate Wolverine [Lobezno] vs Hulk, cuya verdadera estrella es su guionista de lujo, Damon Lindelof, cocreador de Perdidos. Entre otras cosas, el tebeo muestra cómo el desmandado Hulk vacía un templo tibetano de monjes y lo rellena de prostitutas para habilitar un harén a su excesiva medida. "Pe-pe-pero, ¿qué está pasando?", se preguntaría el recién levantado señor de los cuarenta. "¿Ha sido de la noche a la mañana?".

Podría decirse que, en el origen, fue Stan Lee y su hallazgo de una profundidad psicológica en el arquetipo superheroico que, en algunos casos (Spider-man, la Patrulla X), le permitió diseñar espejos a medida del desconcierto adolescente; y, en otros (los cuatro fantásticos), proponer poéticas sobre la familia como trinchera disfuncional. Sin intuir el alcance de su gesto, Lee pulsó un botón que puso en marcha un proceso con varios hitos relevantes: la eclosión del blockbuster cinematográfico a finales de los setenta llevó el cine de superhéroes de la serie B a la Clase A (de Aparatosidad); actores como Max von Sydow (que fue el emperador Ming en Flash Gordon) o Marlon Brando (que fue Jor-El en Superman) accedieron a la inmortalidad formato merchandising; algunos años más tarde, una nueva generación de creadores le dio un electroshock al arquetipo —Alan Moore, Grant Morrison, Frank Miller—, elevándolo a los cielos de la posmodernidad; Michael Chabon dedicó su Gran Novela Americana (Las aventuras de Kavalier y Clay) a la industria del comic-book y otros autores como Jonathan Lethem o Austin Grossman también atendieron al arquetipo...

Y así, con algunos pasos intermedios, se llegó al estado actual, con titanes como el guionista Mark Millar impulsando la incesante evolución de esa mitología en viñetas y los cineastas más cool del orbe conocido disputándose proyectos de superhéroes enfundados en ajustadísimos trajes de colores refulgentes.

<b>Spider-man y otros personajes de Marvel.</b>
Spider-man y otros personajes de Marvel.

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