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Sócrates resta importancia al déficit público portugués

Con vehemencia, el primer ministro portugués, José Sócrates, defendió ayer los presupuestos de 2010 que el Ejecutivo acaba de enviar al Parlamento, como "una opción para la confianza y la recuperación de la economía", y repitió una y otra vez que Portugal no está peor que el resto de países de la UE -"no hay ningún indicador que esté fuera de la media europea"-, y que las cuentas públicas están en orden.

Agencias calificadoras como Moody's y organismos multilaterales como el FMI han dibujado las últimas semanas un negro futuro de la situación económica portuguesa que han llegado a comparar con la griega. En un desayuno con un grupo de corresponsales extranjeros, el jefe de Gobierno no dio mayor importancia al déficit presupuestario portugués (8% en 2009, 8,6% previsto en 2010) y, con datos en la mano, presumió de estar dentro de la media europea, del G-20 y de la OCDE. "Aumentamos el déficit para superar la crisis. El segundo trimestre de 2009 salimos de la recesión, y el tercero tuvimos uno de los mejores índices de crecimiento de Europa". La comparación sirvió también para la deuda pública (77,4% del PIB frente al 78% de media europea). "Déficit y deuda tienen una causa", afirmó rotundo, "una crisis económica de grandes proporciones".

AVE desde Madrid

Los presupuestos, que la Asamblea de la República empezará a debatir en febrero, concentran el gasto en cinco grandes áreas, según adelantó el primer ministro: presas hidroeléctricas, escuelas, hospitales, equipamientos sociales y modernización de infraestructuras (tren de alta velocidad Madrid-Lisboa-Oporto y segundo aeropuerto de Lisboa).

Sócrates rechazó las críticas de baja productividad y baja competitividad de la economía portuguesa con un aluvión de datos: el 35% de los jóvenes está en la Universidad, hay 7,2 investigadores por cada 1.000 ciudadanos, Portugal dedica el 1,51% del PIB a investigación, -"más que Irlanda y España-". La gran apuesta, precisó, es la energía, concretamente las renovables, "el sector más promisorio para el gran cambio, la modernización y la creación de empleo".

Con este bagaje, el Ejecutivo de Sócrates afronta el debate de los presupuestos, que se aprobarán dentro de un mes con los únicos votos del Partido Socialista, la abstención de la oposición conservadora y el rechazo de los dos partidos a la izquierda de los socialistas.

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