Película sin terminar
La herencia Valdemar, cinta de terror inspirada en el universo del gran H. P. Lovecraft, es una producción lamentablemente pionera: se trata de la primera película de la historia del cine español que no termina, sino que deja buena parte de su desarrollo a merced de una segunda parte que, al parecer, ya ha sido rodada (al menos en parte) y de la que se ofrecen, en forma de tráiler promocional, algunas de las escenas cuando (no) concluye el metraje de la primera. Es decir, como los desenlaces de El señor de los anillos y Piratas del Caribe, pero a lo bestia, porque la estructura narrativa de La herencia Valdemar simplemente no tiene pies ni cabeza.
¿O es que puede entenderse que una película comience con un largo prólogo de una media hora para después abandonar personajes y enigmas a su suerte y... ¡no recuperarlos nunca!, hasta esa supuestamente filmada segunda parte, que a saber cuándo se estrena?
LA HERENCIA VALDEMAR
Dirección: José Luis Alemán. Intérpretes: Daniele Liotti, Óscar Jaenada, Eusebio Poncela, Paul Naschy. Género: terror. España, 2010. Duración: 110 minutos.
Está más cerca de 'Aquí huele a muerto' que de 'Los otros' y 'El Orfanato'
De modo que los misterios alrededor de una producción de 13 millones de euros (que nunca lucen), sin subvenciones ni derechos de antena, se antojan mucho más interesantes que el desvarío de una historia que, en su primera media hora, está bastante más cerca de Aquí huele a muerto que de las claramente inspiradoras Los otros y El orfanato. Así, un contemporáneo Óscar Jaenada con pinta de recién salido de tomar unas cañas con sus amigos tiene que vérselas en una secuencia sonrojante con un Eusebio Poncela pretendidamente vampírico, que parece haber dado un salto desde Tuno negro hasta esta Valdemar, previo paso por una fiesta de disfraces de aire decimonónico. Todo ello asaltando no sólo la memoria de Lovecraft, sino también la de Bram Stoker, que figura como personaje terciario en una trama a caballo entre el romanticismo, el terror y el absurdo.
El artífice de tamaña película pionera, y urdidor de la más extraña campaña de promoción de un producto que se haya visto en mucho tiempo, es José Luis Alemán, director y guionista novel, sin currículo previo de importancia, del que se afirma en el dossier para la prensa que "en un cine dominado por la vacua espectacularidad del videoclip, Alemán pretende ofrecer la alternativa a tanto ruido volviendo a los orígenes de la buena narración". Afirmar que escribe con reiteraciones constantes y sin el menor sentido de la construcción de una elipsis o de la puesta en escena sería casi un elogio, porque la cuestión va mucho más allá: en demasiadas secuencias parece una película con medios profesionales comandada por un aficionado.
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