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Asia emergente, motor y oportunidad

La crisis global que hemos vivido en los últimos dos años ha removido los cimientos del modelo económico sobre el que se fundamenta nuestra sociedad y ha puesto en tela de juicio la hegemonía de EE UU, tras casi un par de siglos de poderío.

Pero nunca hay perdedores sin ganadores. La crisis también ha servido para realzar el poder de una región que, tras desmoronarse en su propia crisis de 1997, se había ido reconstruyendo en los últimos diez años: Asia emergente.

El excelente desempeño de Asia emergente durante esta crisis es paradójico, si se considera que es la región del mundo más dependiente de la demanda externa y, aun así, ha conseguido crecer mucho más rápido que el resto del mundo. Las perspectivas para 2010 son también mucho mejores que las del mundo desarrollado (6,5% de crecimiento en 2010 respecto al 1%), por lo que Asia emergente seguirá convergiendo con el mundo desarrollado, incluso más rápido que antes de la crisis.

Es la región que más depende de la demanda externa y, aun así, crece más rápido que el resto

Esto no es más que un reflejo de la mayor oportunidad que representa hoy Asia emergente respecto a lo que representaba ya antes de la crisis, lo que no está pasando desapercibido en los mercados financieros.

Así, la inversión directa extranjera en la región se ha reducido mucho menos que la dirigida a los países desarrollados. Además, las entidades financieras que han salido más favorecidas de esta crisis son también las que están más presentes en Asia.

Los buenos resultados de Asia se explican por varios motivos. En primer lugar, Asia tiene mano de obra abundante, barata y flexible. En segundo lugar, la economía en su conjunto también es flexible, en parte por la falta de un verdadero estado del bienestar. En tercer lugar, Asia -y especialmente China hasta ahora- ha hecho un enorme esfuerzo de inversión en infraestructura, lo que debería aumentar la productividad de la economía. Otros países asiáticos están entrando en ese círculo virtuoso gracias a los enormes paquetes fiscales anunciados en 2008. Por último, las familias asiáticas dan enorme importancia a la educación, lo que, a su vez, ha llevado a un aumento de la población con educación primaria, secundaria y terciaria, así como a un aumento de la calidad educativa.

En conclusión, parece difícil no creer en el gran potencial de Asia emergente teniendo en cuenta esos factores. Los riesgos existen -como no puede ser de otro modo en un mundo incierto- pero son moderados. Quizá el riesgo principal está en el país más exitoso de todos y clave para los demás, China, y viene por el enorme crecimiento del crédito bancario. Es improbable que China vuelva a las andadas en términos de morosidad, pero no es descartable que la banca china pueda enfrentarse a una situación de peor calidad de los activos y de baja capitalización en los años venideros.

Alicia García-Herrero es economista jefe de Mercados Emergentes del Servicio de Estudios de BBVA.

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