Tratamientos a la luz de los móviles
En los 15 hospitales de Caracas que dependen del Ministerio para la Salud faltan medios y personal sanitario y se acumulan las listas de espera
Lo que más desea Reina Nieves a sus 75 años es que, de una vez por todas, le quiten una pierna. La derecha, la que le consumió la diabetes. Quiere eso e irse a casa. Porque ya ni recuerda con exactitud cuánto ha esperado desde que los médicos dijeron que no había más remedio para su mal que la amputación.
-Mijo... ¿cuánto tiempo es que llevo aquí?- le pregunta a uno de sus hijos.
-Dos meses y siete días, mamá.
-Ponga ahí, señorita, que llevo dos meses y siete días en esta cama, esperando por una operación.
Desde que fue internada en el hospital José Ignacio Baldó, del barrio El Algodonal de Caracas, Reina Nieves ha estado dos veces a las puertas del quirófano: hace 15 días se suspendió su intervención de cirugía por la ausencia de un anestesista; y hace una semana, porque no había electrodos para controlarle el ritmo cardiaco.
Más de un millar de médicos han emigrado para ejercer en España
A veces, tampoco hay jeringuillas. Tampoco hay agua. Ni electricidad. "Una de estas noches la enfermera tuvo que alumbrarse con la luz del móvil para poder ponerle el tratamiento", cuenta el hijo de Reina. Pasa lo mismo en los 15 hospitales de la capital venezolana que dependen del Ministerio del Poder Popular para la Salud: faltan equipos, salas de cirugía en pleno funcionamiento y personal médico, y sobran los enfermos.
"¡El paciente más antiguo de trauma que levante la mano!", grita la enfermera en la puerta de la sala de traumatología para hombres, en el cuarto piso del hospital Leopoldo Manrique Terreno, en el barrio caraqueño de Coche. Ronald Manso responde: "Como que soy yo, que llevo un mes y 18 días esperando que me saquen unos clavos de la cadera". "Yo voy después de ti, porque llevo 20 días acá y no me han operado", replica otro paciente. La mayoría de las operaciones que no son urgentes se postergan a menudo por la falta de anestesistas: muchos se han ido del país y en los hospitales no se están formando nuevos especialistas.
"Ante la mala situación de los centros de salud, los cursos de posgrado se han visto afectados y apenas hay médicos que quieran cursarlos", explica la doctora María Yanes, presidenta de la Sociedad Médica del hospital del Algodonal. El posgrado de Pediatría que se impartía en este hospital, por ejemplo, ha quedado sin cubrir este año.
Óscar Salas, un médico residente en El Algodonal de 28 años, calcula que el 90% de sus compañeros del curso de 2007 de la universidad Central de Venezuela se han ido del país. Su destino predilecto es España: entre 2004 y 2006 más de 1.200 médicos venezolanos han emigrado para ejercer su profesión en España. Algunos lo han hecho por razones económicas (un médico recién graduado gana el equivalente a unos 240 euros al mes), otros se han marchado por razones políticas. O por seguridad. A Juraen Aguilar, una residente que ha decidido quedarse a trabajar en el hospital de Coche, le apuntaron con una pistola en la cabeza para que atendiera con más rapidez en el servicio de urgencias a un pandillero que ingresó con una herida de bala.
-¿No has pensado en irte?
-Por supuesto que lo he pensado. Pero me gusta mi país y aguantaré aquí hasta que no pueda más. Si nos vamos todos va a ser la excusa perfecta para traer más médicos cubanos.
Según cifras oficiales del Ministerio para la Salud, ahora mismo trabajan en Venezuela 11.617 médicos cubanos. Todos ellos se ocupan de sostener la Misión Barrio Adentro: el programa social estrella del Gobierno en salud primaria creado en 2003. En esta misión sólo trabajan 1.548 médicos venezolanos; los únicos que, según el presidente Hugo Chávez, tienen el mismo compromiso social que sus camaradas de Cuba.
Adolfo Delgado, presidente de la Sociedad Bolivariana de Medicina y ex coordinador regional de la Misión Barrio Adentro, fue despedido por denunciar deficiencias en el programa sanitario que finalmente fueron reconocidas por el Gobierno.
El programa comenzó a funcionar en 2003 con más de 6.500 puntos de consultas médicas en las barriadas populares del país: en tiendas de campaña, en casas, en un garaje que cedía algún vecino. Entonces se hizo la promesa de convertir cada uno de estos consultorios improvisados en ambulatorios, pero hasta ahora sólo 3.500 se han transformado en centros de salud estables y más de 2.000 han sido clausurados.
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