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Cien mirando y pocos currando en la Puerta del Sol

La plaza estrena nueva disposición de sus principales emblemas

Expectación en la Puerta del Sol, que mudó ayer su fisonomía. Sus principales emblemas, la osa y el madroño, más la estatua de La Mariblanca, cambiaron de emplazamiento. Y el kilómetro cero, arranque de todas las carreteras radiales de España, fue sustituido por otra placa de nueva hechura. Las efigies fueron izadas por grúas y quedaron instaladas en los arranques de las calles de Alcalá y del Arenal, respectivamente. La marca kilométrica, nueva, perdura bajo la Casa del Reloj.

La plaza fue desde las diez de la mañana cónclave de centenares de personas que se arremolinaron tras las verjas de protección de obras para contemplar las tres operaciones. Con unción, sorna o chanza, asistieron atentas al izado de las estatuas y al relevo del marcador kilométrico. Todos esperaban el suceso de algún hecho imprevisto, porque el despliegue de grúas, músculo y maña se brindaba a la sorpresa.

La Mariblanca se desplaza a Arenal y la osa, al arranque de Alcalá
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NUEVA PLACA PARA EL KILÓMETRO CERO

La faena comenzó en la entrada de Alcalá a la céntrica plaza. Operarios de Conservación Municipal de Monumentos y de la constructora Sacyr pululaban alrededor de una peana levantada sobre una base de adoquines. De ladrillo compactado con hormigón, forrada de granito, la remata un asiento de caliza crema. Sobre ella, un gruísta experto ensayaba posar las 12 toneladas de bronce que mantenía suspendidas en el quicio de su pluma. De la entraña de esa mole metálica, el artista Antonio Navarro Santacruz cinceló en 1956 la efigie de una gran osa y un madroño, símbolos de Madrid. Este grupo escultórico se hallaba instalado a unos 70 metros de su nuevo anclaje, en el engarce de la calle del Carmen con la Puerta del Sol.

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¿Qué le parece la cosa? "Pues muy bonita. Me he venido desde Alcalá de Henares para verla", dice Carlos Rodríguez, jubilado de 68 años. "Yo vivía en Hortaleza, 49 y de niño jugaba en esta plaza", recuerda con emoción. Por su parte, Enrique A. dice: "Hombre, pues yo creo que más que madroño parece una coliflor". Los operarios han logrado encajar la osa en la peana. La afianzan y sellan sus junturas.

Es mediodía. Los reunidos marchan hacia el kilómetro cero, bajo la Casa de Correos. Con una ventosa, dos operarios no consiguen izar la vieja placa. Se resiste. Antonio Pérez Gordo, de 78 años, maestro de obras que vive en La Pedriza comenta. "Como no han utilizado una plantilla, la nueva no les va a caber". En efecto. No cabe. Una radial cercena a la caja de piedra donde queda instalada la nueva placa con letras doradas.

José Domínguez, asturiano, es el primer mortal que pisa el kilómetro cero. Al poco, otra ruidosa radial lima la base de Mariblanca, divinidad enigmática a medias entre Diana y Venus, copia de la obra de Ludovico Turqui en el siglo XVII. Su original está hoy en la escalera de honor de la Casa de la Villa porque, tras peregrinar por Madrid, en 1984 fue agredida ferozmente en Recoletos. Desde ayer tarde, ella despide a los peatones que salen de la Puerta del Sol a la calle del Arenal. El eje visual que Mariblanca marca con la osa y la estatua de Carlos III queda roto por la taquilla -descentrada- del ascensor de la estación de Cercanías.

ÁLVARO GARCÍA

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