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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Oyente / escuchante

Desde hace algún tiempo, la conductora del programa de Radio Nacional de España No es un día cualquiera, Pepa Fernández, está empeñada en dirigirse a sus oyentes con el término "escuchantes". Esto ha motivado numerosos comentarios, algunos de protesta, de quienes no consideran adecuada la palabra. Por supuesto que desde un punto de vista estrictamente formal no hay que objetar nada. Oír es una facultad física, mientras escuchar es una actitud psíquica. Correcto. Pero no es eso todo lo que ocurre. El domingo pasado la periodista invitó a varios expertos a que se pronunciaran sobre el asunto y todos admitieron que el término es legítimo. Faltaría más. Incluso se apoyaron en citas de autores importantes, como Cervantes o José María de Pereda, que utilizan el vocablo en determinados momentos. En todos, sin embargo, lo que el autor resalta es una atención especial, dirigida a alguien que habla. Otros, como Machado, nunca lo utilizan, pese a que en Juan de Mairena, por ejemplo, aparece un libre Oyente, que sigue las explicaciones del maestro con mucho interés. El caso es que la palabra escuchante sigue resultando... chocante. A mí, desde luego, me golpea en el oído (que no el escuchador) cada vez que la oigo.

En mi opinión, se ha de ir más allá de la lingüística formal, y valerse de una disciplina más reciente, como es la sociolingüística, para entender de qué va esto. Pues va sencillamente de que al decir "escuchantes", el citado programa en realidad sólo se está dirigiendo a los que le prestan atención, y no a todos aquellos que de una manera más despreocupada sintonizan el dial, y que pegarán el oído, más o menos, según les interese tal o cual cosa. Teniendo en cuenta que la radio es un medio muy cálido, en el sentido de que sirve para acompañar en las más diversas situaciones de la vida (al volante, planchando, cocinando, etcétera), me parece mucho pedir que todo el mundo esté atento a todo lo que oye en todo momento. Hay una cierta vanidad, seguramente inconsciente, en quien así parece reclamar ser atendida, valiéndose de un medio público tan potente. Por esa regla de tres, los televidentes del mismo grupo de comunicación deberían pasar a llamarse telemirantes. No creo que a nadie se le ocurra. Espero.

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